Ayer, siguiendo el margen del Yodo —que es ancho y tiene campos de golf y parques de diversiones y lugares para acampar, y un camino para ciclistas que por desgracia no corre a todo lo largo, aunque casi— hicimos ida y vuelta el trayecto en bicicleta desde Hirakata hasta Maishima, una isla artificial añadida al puerto de Ósaka en 1994 y dedicada a las actividades deportivas, con estadios y gimnasios y canchas para esto y lo otro. No que pensáramos llegar hasta allá, sino apenas a la desembocadura del río y la visión del mar, pero siempre quiere uno ir un poco más lejos, ver qué hay a la vuelta de la esquina o al otro lado del puente. Y lo que había era eso que ven en la foto. Casi nadie, además, porque en estos días en que se recibe a los muertos en casa, o se va a encontrarlos al pueblo, los lugares de esparcimiento están más bien vacíos. Tal vez por eso mismo esa mujer habrá ido hasta allá a ver las olas y las nubes. No le habrá costado tanto llegar como a nosotros, bajo el sol de la tarde y con el viento en contra, y no sabrá que luego vino hasta aquí entre la brisa y las sombras que se fueron poblando de grillos y libélulas y ranas y bichos de toda especie, para que pudieran verla.
Es una imagen muy bonita.....pero a mi me da la sensación, por lo que cuentas, de soledad, que no quiere decir que sea una situación de tristeza.
ResponderBorrarY no, en realidad había una amiga suya al lado. Pero me estropeaba la foto.
ResponderBorrarTe quedó genial. Me encantan las texturas (las olas, la sombrilla, la falda...).
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