domingo, 22 de noviembre de 2009

En Takara ga Ike: cinco patos



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jueves, 12 de noviembre de 2009

Una ranita de Albert Samain (1859-1900)


L A R A N I T A


Al recoger un fruto de la hierba en que explora,
Cloris ha descubierto de pronto una miedosa
ranita que, temiendo con razón por su suerte,
en la sombra se suelta de pronto como un muelle,
abre y cierra las ancas, y en menos que un instante
da un salto entre las fresas, pasa entre los tomates
y corre hacia la charca donde, husmeando el peligro,
una a una sus hermanas pronto se han sumergido.
Ya diez veces ha estado Cloris por atraparla
debajo de su mano bruscamente cerrada;
pero otras diez veces, más rápida y más lista,
ha logrado esquivar sus dedos la ranita.
Cloris la tiene al fin; ¡Cloris canta victoria!
Con los ojos azules de su madre, la hermosa
ríe de cara al azul; bajo el ancho sombrero
corre el arroyo doble de sus rubios cabellos;
tras el velo de oro, rosas en sus mejillas;
y en sus labios se muestra la más clara sonrisa.
Es curiosa y observa, no puede no advertirlo,
el extraño contacto del cuerpo vivo y frío.
La ranita la mira fijamente, temblando,
y Cloris, que ya arriesga poco a poco la mano,
se conmueve al sentir, vuelto loco de miedo,
el corazón que late con fuerza entre sus dedos.





L A G R E N O U I L L E

En ramassant un fruit dans l’herbe qu’elle fouille,
Chloris vient d’entrevoir la petite grenouille
Qui, peureuse, et craignant justement pour son sort,
Dans l’ombre se détend soudain comme un ressort,
Et, rapide, écartant et rapprochant les pattes,
Saute dans les fraisiers, et, parmi les tomates,
Se hâte vers la mare, où, flairant le danger,
Ses sœurs, l’une après l’autre, à la hâte ont plongé.
Dix fois déjà Chloris, à la chasse animée,
L’a prise sous sa main brusquement refermée ;
Mais, plus adroite qu’elle, et plus prompte, dix fois
La petite grenouille a glissé dans ses doigts.
Chloris la tient enfin ; Chloris chante victoire !
Chloris aux yeux d’azur de sa mère est la gloire.
Sa beauté rit au ciel ; sous son large chapeau
Ses cheveux blonds coulant comme un double ruisseau
Couvrent d’un voile d’or les roses de sa joue ;
Et le plus clair sourire à ses lèvres se joue.
Curieuse, elle observe et n’est point sans émoi
A l’étrange contact du corps vivant et froid.
La petite grenouille en tremblant la regarde,
Et Chloris dont la main lentement se hasarde
A pitié de sentir, affolé par la peur,
Si fort entre ses doigts battre le petit cœur.



*

Cuando juntaba mi libro de ranas, Alberto Ruy Sánchez me señaló este poema.

martes, 10 de noviembre de 2009

jueves, 5 de noviembre de 2009

Metamorfosis de los labriegos licios

Ovidio, Metamorfosis VI, 313–352

Tiemblan ante la cólera divina las mujeres
y los hombres, y todos con fervor nuevo vuelven
al culto de la diosa que parió a los gemelos,
y a contar por los hechos recientes los pasados:
«En los fértiles campos de Licia unos labriegos
negando a la deidad hallaron su destino.
Es una historia oscura, de rústicos innobles,
mas dio fama a un pantano que mis ojos han visto;
pues una vez mi padre, ya mayor para el viaje,
allá por unos bueyes me envió con el auxilio
de un guía del lugar. Recorriendo esos pastos
llegamos ante un lago y en su centro advertimos,
negro por el hollín de muchos sacrificios,
un viejo altar rodeado de cañas temblorosas.
“A ti me acojo”, dijo tímidamente el guía,
y yo imité su trémulo murmullo: “A ti me acojo”.
Pregunté si era ara de Náyades o Fauno
o de un dios del lugar, mas me aclaró mi huésped:
“No es de un dios de los montes, joven, este santuario:
es de aquélla que un día la consorte del rey
arrojó de este mundo y a la errática Delos
se acogió suplicante cuando la isla flotaba.
Allí en una palmera debajo de un olivo
recostada dio a luz Latona a sus gemelos
contra la voluntad de la madrastra. Dicen
que huyó de allí y de Juno con los recién nacidos
númenes en los brazos. Y que el sol abrasaba
los confines de Licia, tierra de la Quimera,
cuando llegó a esos campos, extenuada y sedienta,
y agotados los pechos por los ávidos hijos.
Vio por suerte en el fondo de un valle un lago escaso
junto al cual recogían mimbres los campesinos,
y juncos, y esas ovas gratas a los pantanos.
La hija del Titán se acercó hasta la orilla,
y ya a beber el gélido licor se arrodillaba
cuando la turba rústica se opuso. Así les dijo:
“¿Me prohíben el agua que todos compartimos?
No hizo el sol ni el aire privados la Natura,
ni las ondas ligeras: vine a públicos bienes
y aun así suplico. No vinimos aquí
para bañarnos, ni a lavar los cansados miembros,
sino a aliviar la sed. Tengo seca la boca
y dura la garganta, de voz este hilo apenas.
Un sorbo para mí sería como néctar
y en el agua la vida me darían. ¿No mueven
a ninguno los brazos que mis niños extienden
desde mí?” Y así era, y habrían conmovido
a cualquiera las tiernas palabras de la diosa.
Pero no a los que insisten en la veda, y añaden
amenazas si no se marcha lejos, e insultos.
Enturbian además con los pies y las manos
las aguas y remueven aquí y allá los limos
blandos del fondo con malvados brincos. La ira
ciega entonces la sed, y la hija de Ceo
ya no suplica a los indignos, leves palabras
ya no dice la diosa, que alza al cielo las palmas
y anuncia: “¡Habitarán ya siempre este pantano!”
Por divino designio se gozan ya en el agua:
ya en la cóncava fosa se sumergen; ya nadan
en superficie, al aire sacando la cabeza;
y tan pronto se sientan a orillas del pantano
como brincan al agua de regreso. Sus lenguas
se traban en disputas y pierden la vergüenza
e intentan maldecir aun bajo las aguas.
Un ronquido les infla la grosera papada,
la propia algarabía les ensancha la boca,
la espalda y la cabeza son una y nada el cuello:
verdoso el espinazo, blancuzco el gordo vientre,
en el fango del fondo brincan las nuevas ranas».

* * *

Me hicieron volver sobre el pasaje la versión de Ana Pérez Vega y una interpretación originalísima de James J. Clauss. Tuve enfrente la versión inglesa de Sir Samuel Garth, John Dryden, et al. Me fueron muy útiles las minuciosas notas de William S. Anderson en su edición de Ovid's Metamorphoses Books 6-10 y entre otras esta página que da la traducción de cada palabra del texto. No tengo a mano la versión de Bonifaz Nuño. Sí, siempre, la de Sepan Cuantos que prologó Francisco Larroyo y no sé quién hizo y se lee con mucho gusto.




Tum vero cuncti manifestam numinis iram
femina virque timent cultuque inpensius omnes
magna gemelliparae venerantur numina divae;
utque fit, a facto propiore priora renarrant.
e quibus unus ait: 'Lyciae quoque fertilis agris
non inpune deam veteres sprevere coloni.
res obscura quidem est ignobilitate virorum,
mira tamen: vidi praesens stagnumque locumque
prodigio notum. nam me iam grandior aevo
inpatiensque viae genitor deducere lectos
iusserat inde boves gentisque illius eunti
ipse ducem dederat, cum quo dum pascua lustro,
ecce lacu medio sacrorum nigra favilla
ara vetus stabat tremulis circumdata cannis.
restitit et pavido "faveas mihi!" murmure dixit
dux meus, et simili "faveas!" ego murmure dixi.
Naiadum Faunine foret tamen ara rogabam
indigenaene, dei, cum talia rettulit hospes:
"non hac, o iuvenis, montanum numen in ara est;
illa suam vocat hanc, cui quondam regia coniunx
orbem interdixit, quam vix erratica Delos
orantem accepit tum, cum levis insula nabat;
illic incumbens cum Palladis arbore palmae
edidit invita geminos Latona noverca.
hinc quoque Iunonem fugisse puerpera fertur
inque suo portasse sinu, duo numina, natos.
iamque Chimaeriferae, cum sol gravis ureret arva,
finibus in Lyciae longo dea fessa labore
sidereo siccata sitim collegit ab aestu,
uberaque ebiberant avidi lactantia nati.
forte lacum mediocris aquae prospexit in imis
vallibus; agrestes illic fruticosa legebant
vimina cum iuncis gratamque paludibus ulvam;
accessit positoque genu Titania terram
pressit, ut hauriret gelidos potura liquores.
rustica turba vetat; dea sic adfata vetantis:
'quid prohibetis aquis? usus communis aquarum est.
nec solem proprium natura nec aera fecit
nec tenues undas: ad publica munera veni;
quae tamen ut detis, supplex peto. non ego nostros
abluere hic artus lassataque membra parabam,
sed relevare sitim. caret os umore loquentis,
et fauces arent, vixque est via vocis in illis.
haustus aquae mihi nectar erit, vitamque fatebor
accepisse simul: vitam dederitis in unda.
hi quoque vos moveant, qui nostro bracchia tendunt
parva sinu,' et casu tendebant bracchia nati.
quem non blanda deae potuissent verba movere?
hi tamen orantem perstant prohibere minasque,
ni procul abscedat, conviciaque insuper addunt.
nec satis est, ipsos etiam pedibusque manuque
turbavere lacus imoque e gurgite mollem
huc illuc limum saltu movere maligno.
distulit ira sitim; neque enim iam filia Coei
supplicat indignis nec dicere sustinet ultra
verba minora dea tollensque ad sidera palmas
'aeternum stagno' dixit 'vivatis in isto!'
eveniunt optata deae: iuvat esse sub undis
et modo tota cava submergere membra palude,
nunc proferre caput, summo modo gurgite nare,
saepe super ripam stagni consistere, saepe
in gelidos resilire lacus, sed nunc quoque turpes
litibus exercent linguas pulsoque pudore,
quamvis sint sub aqua, sub aqua maledicere temptant.
vox quoque iam rauca est, inflataque colla tumescunt,
ipsaque dilatant patulos convicia rictus;
terga caput tangunt, colla intercepta videntur,
spina viret, venter, pars maxima corporis, albet,
limosoque novae saliunt in gurgite ranae."'