En un librito precioso de 1996: One Hundred Frogs, Hiroaki Sato reunió cien traducciones al inglés del haiku de Bashô: 古池や蛙飛び込む水の音 furuike ya kawazu tobikomu mizu no oto. Debe de haber ya más (y si se sumaran las que se han hecho a otras lenguas el volumen crecería considerablemente) pero muchas veces menos que los poemas japoneses que lo citan, comentan, parodian y reescriben de uno u otro modo. Me gusta particularmente este senryû anónimo:
芭蕉翁ぽちゃんというと立ち止まり
Bashô-ô pochan to iu to tachidomari
El viejo Bashô
ante el chapaleteo
queda suspenso.
Me gusta, claro, que el viejo venerable (así hay que leer 翁) ocupe el lugar del viejo estanque, y que lo veamos detenido (tachidomari es literalmente "de pie, detenido") en espera de la inminente revelación, atento a lo que está por llegar, el oído dispuesto, la mente en blanco. Y me gusta también que en lugar del "sonido del agua" del original lo que oigamos sea una onomatopeya: pochan, que he traducido como "chapaleteo" para aludir así, ya lo habrá entendido el lector, a la traducción de Octavio Paz:
Un viejo estanque:
salta una rana ¡zaz!
chapaleteo.
...que, como observó Fernando Rodríguez Izquierdo en El haiku japonés, "es onomatopéyico donde el verso japonés no lo es" —et pour cause.
En el margen del río Yodo, que corre del Lago Biwa al puerto de Osaka, grabo unos trazos cambiantes. "Esto es lo malo de no hacer imprimir las obras: que se va la vida en rehacerlas", escribió Reyes. Esto es lo bueno de la vida: que corre. Como lo que aquí se publica no se imprime, se rehace.
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