Yosa Busón, el gran poeta, calígrafo y pintor que transcribió e ilustró la copia más preciada de Oku no hosomichi, la obra esencial de Matsuo Bashô, e hizo restaurar el templo de Konpukuji en el norte de Kioto donde probablemente residió una temporada su maestro, siguió de muchos otros modos sus pasos. Pero con otra andadura, más mundana y despreocupada. Tal vez pocos poemas lo retraten como este:
春の海終日のたりのたりかな 与謝 蕪村
haru no umi hinemusu notari notari kana
De sol a sol
vagar mirando el mar
primaveral.
Espero que la versión española no quede mucho más lejos del original que las aguas del Biwa del mar que veían en él los antiguos poetas japoneses.
En el margen del río Yodo, que corre del Lago Biwa al puerto de Osaka, grabo unos trazos cambiantes. "Esto es lo malo de no hacer imprimir las obras: que se va la vida en rehacerlas", escribió Reyes. Esto es lo bueno de la vida: que corre. Como lo que aquí se publica no se imprime, se rehace.
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