La belleza legendaria de la Emperatriz Yang Tai Zhen, que avergonzaba a las flores, desató el amor sin medida del Emperador Tang Xuang Zong y el poema en que Po Chu-i lo canta, pero se le atribuyen también los errores políticos del gobernante, la revuelta de An Lu-Shan y su propia muerte. A su imagen, dicen, mandó hacer Xuang Zong en madera de ciprés la estatua coronada de la Diosa de la Misericordia que ocho siglos después, en 1255, el monje Tankai trasladó al templo Sennyu-ji, en las montañas del sur de Kioto a cuyo pie se extiende el Tofuku-ji. Allí se la conoce como Yokihi, versión japonesa de la pronunciación Yang Guifei, familiar a Occidente (Guifei significa "concubina imperial"). Aparece, por ejemplo, en el segundo de los tres poemas que componen la suite "Luciérnagas" en las Canciones para cantar en las barcas de José Gorostiza:
Sonrojada de brisa te pareces
a Lady Yang Kue-Fei
en la fiesta imperial de la peonía,
porque, también así, jugaba entonces
a ser la nube de colores lenta
y el rocío translúcido en la tarde.
¡Qué lejanías
tienes para jugar a las ausencias!
Como el "hueledenoche" embelesado,
sólo das un perfume
que se pierde distante a la sordina.
¿Qué buscarás tan lejos, en la luna,
si no luciérnagas?
Dicen que el viudo Xuang Zong no soportaba la visión de la luna, pues le recordaba la belleza de Yang, y que al adivinarla bajaba la vista y susurraba versos que habían compartido:
En el cielo seríamos dos pájaros,y dos ramas trenzadas aquí abajo.