Por una anotación en el diario de Murasaki Shikibu se sabe que el Genji monogatari 源氏物語, la Historia de Genji, circulaba ya entre los lectores en 1008, y de ahí que se haya tomado ese año como el de su publicación y este como el de su milenario. La película en dibujos animados que Gisaburo Sugii realizó en 1987 para la editorial Asahi —que celebraba así un siglo de existencia— no puede desde luego sino resumir muy esquemáticamente los cincuenta y cuatro capítulos y las más de mil páginas de la novela, pero da en cambio una idea muy clara del modo en que el vasto público japonés de hoy la imagina, el sentimiento que le despierta y la atmósfera en que la envuelve. Pero vale la pena ver los 11 segmentos en que se ha dividido en Youtube: es una película apreciada por los espectadores y que muchos críticos japoneses consideran una obra maestra.
viernes, 31 de octubre de 2008
miércoles, 29 de octubre de 2008
No hay que dejar pasar la eternidad
El título de esta entrada es una frase que me dijo la Monse cuando nos conocimos, hace una eternidad, y luego le robé para un poema, como muchas otras que dice. También la foto es suya, y las dos, la frase y la foto, me vienen bien para mi cumpleaños.
© Monserrat Loyde (de su serie de Naoshima)
martes, 28 de octubre de 2008
No es un pulpo lo que estoy pintando
Shindô Kaneto (Hiroshima, 1912 – ) es el director de la primera película sobre Hiroshima: Los niños de la bomba atómica (原爆の子, 1953); de un poderoso documental sin diálogo sobre una familia pobre de pescadores del mar interior: La isla desnuda (裸の島, 1960); de una de las obras maestras del cine japonés: Onibaba (鬼婆, 1964). Entre el medio centenar de títulos que completan su filmografía, Hokusai Manga (北斎漫画, 1981) no es de la más conocidas ni de las más logradas, pero tampoco es en modo alguno desdeñable. Su mayor mérito está sin duda en la recreación del bajo mundo literario y artístico de la época de Edo, y en el retrato de personajes como los novelistas Ikku Jippensha y Kyokutei Bakin o el pintor Utamaro Kitagawa, que tal vez pasen inadvertidos para un espectador no japonés. Difícilmente se la puede calificar de biografía histórica. La narración prescinde de largos periodos, inventa circunstancias, altera fechas y se centra en la obsesión erótica de Hokusai por una modelo, Onae, vastamente supuesta. Pese al título, no se ocupa mayormente de los Hokusai manga, es decir, los quince prodigiosos volúmenes de dibujos que produjo entre 1811 y 1920 y cuya influencia en la cultura visual de Japón y del mundo es inconmensurable.
La escena que aparece en el video ocurre hacia el final de la película, cuando Hokusai, a los 89 años, plasma el Sueño de la mujer del pescador. (Licencia cinematográfica: la estampa es de 1820, una década antes). Su hija ha encontrado a una muchacha muy parecida a Onae y del mismo nombre (el encuentro con ella ocurrió medio siglo antes), la ha llevado a casa y el anciano, al verla, se ha exaltado de tal modo que la ha hecho huir. Pero regresa. La mañana siguiente, Hokusai va a la playa y vuelve con un pulpo en una caja y una idea en la cabeza, que seduce a la joven de inmediato. Él, durante la escena, guía su imaginación y sus movimientos: “las mujeres excitadas arquean los pies”. Al final advierte: “no es un pulpo que viola a una mujer: es el deseo de una mujer por un pulpo lo que pinto”. Aclaración que debiera ser innecesaria.
domingo, 26 de octubre de 2008
Luz que dura instante, nada menos
Fausto Larraguíbel acaba de leer la historia del que atrapó el trueno y me pregunta: “¿Se te viene a la mente algún haikú que contenga un relámpago?” Acude este de Bashô:
Admirable
aquél que ante el relámpago no dice:
la vida huye.
Recuerdo la traducción de Octavio Paz, que comenta el poema al final de su ensayo sobre "Tres momentos de la literatura japonesa". Paz traduce evidentemente la versión de R. H. Blyth:
How admirable,
he who thinks not, “Life is fleeting”,
when he sees the lightning flash.
El poema en español es mejor: evita el énfasis del primer verso y hace caer el relámpago en medio de un endecasílabo heroico que, si es ajeno a las convenciones del género, se despliega con clara naturalidad en la amplitud que anuncia la palabra "admirable". El cambio de “think not” a “no dice” es afortunado, pues uno de los sentidos secundarios del verbo satoru, pertinente para el caso, es “hablar como iluminado” (irónicamente). Paz señala que el poema “nos abre las puertas del satori”, pero lo hace guiado por la intuición poética y sin saber que esa palabra, satori, está en el poema en su forma verbal, satoru. Es curioso que Blyth, tan criticado por su proclividad a interpretar cualquier haiku en términos del budismo zen —que no siempre viene a cuento— no se detenga en la palabra y en su lugar introduzca una paráfrasis: “who thinks not, ‘Life is fleeting’”. Llama también la atención la palabra “admirable”: tattosa es sustantivo y está más cerca de "noble", "honorable","venerable".
El original está en una carta en que Bashô le refiere a Suganuma Kyokusai —su corresponsal más frecuente— el descontento que le causó ver a sus discípulos en Ômi tan entregados a la disipación como a la autocomplacencia y con la boca llena de lugares comunes sobre el zen. El poema se refiere a esas bocas flojas. Lo preceden estas frases: «Dijo un gran sacerdote: Hace mucho daño el conocimiento superficial del zen. Aprecié mucho el comentario.»
稲妻にさとらぬ人の貴さや
inazuma ni satoranu hito no tattosa yo
Cuánta nobleza
del que no se ilumina
ante el relámpago.
En el segundo verso está implícito el sentido: "—no habla, iluminado,"... En todo caso, es una traducción más literal que la de Blyth y harto menos eficaz que la de Paz. A diferencia de Alan Watts, para quien este poema “dice demasiado para ser un auténtico haiku” —una observación que hace ver a Watts como uno de esos discípulos de que Bashô se lamentaba— Paz supo leerlo:
Crítica del lugar común pero también crítica a nuestra pretensión de identificar, significar y decir. El lenguaje tiende a dar sentido a todo lo que vemos y una de las misiones del poeta es hacer la crítica del sentido. Y hacerla con las palabras, instrumentos y vehículos del sentido. Si decimos que la vida es corta como el relámpago no sólo repetimos un lugar común sino que atentamos contra la originalidad de la vida, contra aquello que efectivamente la hace única. La verdad original de la vida es su vivacidad y esa vivacidad es consecuencia de ser mortal, finita: la vida está tejida de muerte. Pero al decirlo convertimos en dos conceptos, vida y muerte, la vivaz y fúnebre unidad vida-muerte. ¿Hay un lenguaje que diga, sin decirla, esa unidad? Sí, el haikú: una palabra que es la crítica de la realidad, una realidad que es la burla oblicua del significado. El haikú de Basho nos abre las puertas de satori: sentido y falta de sentido, vida y muerte, coexisten. No es tanto la anulación de los contrarios ni su fusión como una suspensión del ánimo. Instante de la exclamación o de la sonrisa: la poesía ya no se distingue de la vida, la realidad reabsorbe a la significación. La vida no es ni larga ni corta sino que es como el relámpago de Basho. Ese relámpago no nos avisa de nuestra mortalidad; su misma intensidad de luz, semejante a la intensidad verbal del poema, nos dice que el hombre no es únicamente esclavo del tiempo y de la muerte sino que, dentro de sí, lleva a otro tiempo. Y la visión instantánea de ese otro tiempo se llama poesía: crítica del lenguaje y de la realidad: crítica del tiempo. La subversión del sentido produce una reversión del tiempo: el instante del haikú es inconmensurable.
No sé qué diría Bashô. Sé que le asombraría, y sin duda le irritaría, ver cómo la palabra zen se ha vuelto un lugar común en el mundo y anda en boca de todos, para nombrar lo que sea.
viernes, 24 de octubre de 2008
Una planta en Japón escribe blog
Reuters, 21 de Octubre:
"Midori-san", una planta de 40 cm de alto, situada en la barra de un café en Kamakura, cerca de Tokio, publica diariamente comentarios en un blog con la ayuda de un sensor, que mide señales eléctricas y que mediante un algoritmo las traduce al japonés.
"En un principio estábamos interesados en lo que sienten las plantas y en las reacciones a lo que no podemos ver", afirmó Satoshi Kuribayashi, un investigador involucrado en el proyecto de la universidad japonesa de Keio.
La fuerza de las señales eléctricas en la superficie de Midori, son medidas por un sensor y enviadas a un ordenador situado en el café.
La máquina utiliza un algoritmo para traducir las señales, además de incorporar otros datos, para traducirlos en palabras, que son automáticamente publicadas en el blog de Midori-san: http://plant.bowls-cafe.jp/index.php
"Hoy estaba soleado y pude tomar mucho sol...me entretuve un poco hoy", dijo el cactus, cuyo nombre significa verde en japonés, el 16 de octubre.
La última entrada en la bitácora reza: "Estaba nublado. Fue un día frío".
Kuribayashi aseguró que espera que en el futuro, el blog refleje de forma más precisa las sensaciones de Midori-san.
miércoles, 22 de octubre de 2008
Luna del sueño efímero del pulpo
Un curioso, muy conocido haiku de Matsuo Bashô que es como el reverso del Sueño de la mujer del pescador recreado por Hokusai:
蛸壺やはかなき夢を夏の月
takotsubo ya hakanaki yume wo natsu no tsuki
Trampa de pulpo:
para ese sueño efímero,
luna de estío.
El takotsubo es literalmente una vasija para pulpos de cerámica sin barnizar que los pescadores depositan en el fondo del mar, atada a una cuerda, para que los pulpos, que buscan siempre refugio en cavidades oscuras, entren para dormir —y, según Bashô, para soñar: brevemente, pues las noches de estío duran poco, y por última vez, porque ha entrado en una trampa.
En la costa de Akashi, donde Bashô escribió el poema, se practicaba esa forma de pesca. Pero, como en otros casos, lo que el poeta refiere es una visión no de los ojos sino de la imaginación. Vio la luna y pensó en el pulpo y su último sueño. ¿En qué soñaba?
sábado, 18 de octubre de 2008
Sueño de la mujer del pescador
Según los comentaristas —la opinión que recoge la Wikipedia es un lugar común— esta imagen prodigiosa de Katsushika Hokusai(葛飾北斎, 1760–1849), el mayor de los artistas de ukiyo–e, corresponde al resurgimiento en Japón del shinto y al espíritu festivo con que la religión nativa mira la sexualidad. Las líneas caligrafiadas transcriben un diálogo entre el pulpo y la mujer, que dice haber sido hasta entonces "lo que los hombres llaman una mujer pulpo" (como la que aparece en esta página, donde puede leerse el diálogo en tipografía, y en una curiosa versión inglesa).
Las derivaciones de esta obra en las artes plásticas son numerosas y forman lo que se denomina erotismo tentacular. Pueden encontrarse en el grabado, la pintura, la escultura, el cine, el manga y —me dice alguien que sabe— los sueños de las sirenas. Dos ejemplos recientes: uno de Makoto Aida, en baja resolución, y otro de Rando Hakuchie.
jueves, 16 de octubre de 2008
No la luna esta vez sino su luz
La veneración universal por Matsuo Bashô (1644–1694), el gran maestro del haiku, descansa tanto o más que en sus poemas en la figura ejemplar de un poeta en el que vocación y destino coinciden con plenitud, en feliz acuerdo con el mundo y como ansia cumplida de realidad. Vida entregada a la poesía y poesía ganada para la vida. La imagen del asceta peregrino que sale a la intemperie para encontrar la íntima verdad está sin duda en el origen de la popularidad de Bashô entre nosotros, y no es difícil encontrar reflejos de esa imagen, más o menos deformada, en distintas corrientes de la poesía occidental de los últimos cien años.
Se ignora con demasiada frecuencia que en la tradición japonesa la idea de una via poetica del conocimiento, análoga a la religiosa y que implica una vocación absoluta y una fidelidad sin vacilaciones, tiene su origen en la poesía cortesana y es muy anterior a la aparición del haiku. La formularon prolijamente Fujiwara no Shunzei (1114–1204) y, sobre todo, su hijo, Fujiwara no Teika (1162–1241), sin duda el hombre de letras más influyente en la historia de Japón y uno de sus poetas mayores.
En este grabado de Yoshitoshi (1839 - 1892), que pertenece a la serie Cien vistas de la luna, Sumiyoshi, deidad de la poesía en el tumultuoso panteón shinto, se le aparece a Teika, rendido al sueño en el mismo Gran Santuario de Sumiyoshi donde se detuvo el Príncipe Genji camino del exilio en Suma, y le confirma que la vía poética y la senda de Buda no son dos sino una y la misma. Que una deidad del shinto revele la verdad del Buda es muy propio de un país donde los templos de la religión venida del continente se erigen siempre al amparo de las deidades locales. Que sea el espíritu del lugar lo que se manifiesta como voz de la poesía es una verdad universal.
¿Y la luna, que no aparece en escena? Está en la luz que la ilumina, desde luego. Pero está también en la figura de Sumiyoshi y en el sueño del poeta. La visión de la luna reflejada en el agua —aquí el agua del sueño— es en la tradición budista imagen de la revelación; si la vía poética y la senda de Buda son una y la misma, la visión de la luna es revelación de la realidad última y de la poesía. También es una verdad universal.
domingo, 12 de octubre de 2008
Visita de dos días a Naoshima
No tengo tiempo para describir los mil y un prodigios que guarda la pequeña isla de Naoshima, en el Mar Interior de Seto, uno de los lugares más extraordinarios de Japón. El lector curioso hará bien en pasearse con detenimiento por las páginas de Benesse Art Site Naoshima para enterarse de qué es lo que malamente muestran estas imágenes, tomadas hace un par de meses con una cámara de bolsillo, durante nuestra segunda visita a la isla, después de cinco años. La música es de Kensaku Tanikawa, hijo del poeta Shuntarô Tanikawa, y pertenece al cd Kiss, en que se alternan y combinan la música de uno y la poesía de otro. Puede descargarse gratuitamente la pieza, que se llama Endless Passion.
Puse una versión con notas que dicen lo que se va viendo aquí.
sábado, 11 de octubre de 2008
miércoles, 8 de octubre de 2008
Montañas ya las olas a la luna
En un libro fascinante, The Island of the Fisherwomen, el antropólogo y fotógrafo Fosco Maraini describió a los japoneses —lo citamos el otro día— como gente del mar que ve en las montañas olas solidificadas. Verdes elevaciones que se suceden una a otra sin cesar en la isla, así la noche al día, en perpetua metamorfosis, como las veo ahora mismo por la ventana, ya azules a esta hora de la tarde.
Tal vez porque he tenido esa visión en mente estos días, y sin duda por el hábito de los antiguos poemas japoneses en que con tanta frecuencia una imagen se desdobla en otra, no como el otro lado de una metáfora sino como la otra ala en el vuelo, vi como vi el ex libris que Reika Iwami grabó para Hiro Yamaguchi. Vi el mar y las olas alzándose a la luna. Vi el oleaje y la espuma resolverse en cimas nevadas. Vi en el perfil de los montes mujeres con rebozo. Y todo era una cosa y otra al mismo tiempo. Pensé, por supuesto: las formas cambiantes del mundo sublunar. Sólo eran inmutables la luna y, más acá, las mariposas. La luna y las mariposas: así supe después que se llamaba el ex libris, una xilografía a tres tintas que guarda entre sus muchas maravillas Selva Hernández.
domingo, 5 de octubre de 2008
Estas hojas caídas lo que dejan
Un waka y dos haiku sobre la experiencia de atravesar el “mes sin dioses” de que hemos empezado a hablar. El autor del primero, el monje Noin, es uno de los Treinta y seis poetas inmortales ( 三十六歌仙, Sanjūrokkasen) de Japón. Me gusta cómo contrasta su poema, pura inminencia, con el de Issa, mínima tragedia doméstica. El de Basho es un poema de adiós.
神無月寝覚に聞けば山里の嵐の声は木の葉なりけり
kannazuki nezame ni kikeba yamazato no
arashi no koe wa ko no ha narikeri
Pueblo en el monte.
Despierto al alba, escucho
―voz de tormenta―
las hojas de los árboles
en este mes sin dioses.
能因法師 Noin (988 - 1050)
* * *
神々の留守洗濯や今日も雨
kami-gami no rusu sentaku ya kyoomo ame
Dioses y dioses
ausentes. Lavo ropa:
hoy también llueve.
小林一茶 Kobayashi Issa (1763 –1828)
* * *
留守のまに荒れたる神の落葉哉
rusu no ma ni aretaru kami no ochiba kana
En esta ausencia
todo es ruina; los dioses,
hojas caídas.
松尾 芭蕉 Matsuo Bashō (1644 – 1694)
jueves, 2 de octubre de 2008
En octubre no hay dioses en las islas
En las tradiciones del shinto, el décimo mes es kannamezuki 神嘗月, mes de la ofrenda ritual de la nueva cosecha; kaminanzuki 醸成月, mes del nuevo sake, y kaminashizuki 雷無月, mes sin truenos. No es difícil ver la relación entre los ciclos de la naturaleza, los ritmos agrícolas y los ritos religiosos a que estos términos aluden. En ese entramado, y sospecho que en cierta contaminación lingüística, está el origen de la palabra kaminazuki o, modernamente, kannazuki 神無月, mes sin dioses, pero ignoro cuál es el origen inmediato de la mitología que lo explica y según la cual en octubre los ocho millones de kami desertan las islas para congregarse en el Gran Santuario de Izumo, convocados por la deidad residente, Okuninushi no Mikoto. A eso se refiere el siguiente poema de Fujiwara no Teika (1162-1241), que ya había aparecido aquí en una versión distinta:
Qué ofrenda inútil
en este mes sin dioses:
confusamente,
como cintas rituales,
vuelan hojas de otoño.
たむけしてかひこそなけれ神無月
紅葉はのさとちりまがへども
tamuke shite kai koso nakere kaminazuki
momiji wa nusa to chirimagaedomo
Las nusa (幣), cintas ceremoniales de papel que señalan la presencia divina, son habitualmente blancas, pero según Robert H. Brower “were sometimes made of cloth or paper dyed in five colors — hence the fancied resemblance to autumn leaves”(1). El poema de Teika, con el que se inicia la sección invernal de su Centena de la Era de Shôji (正治百集 : Shôji hyakushû: más datos en Luna en la hierba), parte evidentemente del famoso poema de Sugawara no Michizane que incluye el Hyakunin Isshu:
Vueltas y vueltas:
no llevé cinta al Monte
de las Ofrendas.
Brocado de arces rojos
por divina manera.
このたびは幣もとりあへず手向山
紅葉の錦神のまにまに
kono tabi wa nusa mo toriahezu tamukeyama
momiji no nishiki kami no mani mani
En ambos casos la naturaleza paga tributo a los dioses aun cuando los hombres se ven impedidos o se resisten a hacerlo. Lo curioso, lo significativo, lo propiamente japonés es que, en ambos casos, lo hace evocando las obras de los hombres: un brocado en Michizane, un objeto ceremonial en Teika.
También se refiere a esa mitología una fábula de Jorge Luis Borges —no la mejor de las páginas que le dedicó a Japón— en la que el título cristiano es, desde luego, irónico.
DE LA SALVACIÓN POR LAS OBRAS
En un otoño, en uno de los otoños del tiempo, las divinidades del Shinto se congregaron, no por primera vez, en Izumo. Se dice que eran ocho millones pero soy un hombre muy tímido y me sentiría un poco perdido entre tanta gente. Por lo demás, no conviene manejar cifras inconcebibles. Digamos que eran ocho, ya que el ocho es, en estas islas, de buen agüero.
Estaban tristes, pero no lo mostraban, porque los rostros de las divinidades son kanjis que no se dejan descifrar. En la verde cumbre de un cerro se sentaron en rueda. Desde su firmamento o desde una piedra o un copo de nieve habían vigilado a los hombres. Una de las divinidades dijo:
Hace muchos días, o muchos siglos, nos reunimos aquí para crear el Japón y el mundo. Las aguas, los peces, los siete colores del arco, las generaciones de las plantas y de los animales, nos han salido bien. Para que tantas cosas no los abrumaran, les dimos a los hombres la sucesión, el día plural y la noche una. Les otorgamos asimismo el don de ensayar algunas variaciones. La abeja sigue repitiendo colmenas; el hombre ha imaginado instrumentos: el arado, la llave, el calidoscopio. También ha imaginado la espada y el arte de la guerra. Acaba de imaginar un arma invisible que puede ser el fin de la historia. Antes que ocurra ese hecho insensato, borremos a los hombres.
Se quedaron pensando. Otra divinidad dijo sin apuro:
Es verdad. Han imaginado esa cosa atroz, pero también hay ésta, que cabe en el espacio que abarcan sus diecisiete sílabas.
Las entonó. Estaban en un idioma desconocido y no pude entenderlas.
La divinidad mayor sentenció:
Que los hombres perduren.
Así, por obra de un haiku, la especie humana se salvó.
(Atlas, 1984.)
1) “Fujiwara Teika’s Hundred-Poem Sequence of the Shôji Era”, Monumenta Nipponica XXXI, Tokyo, 1978.
* かい:甲斐; ちりまがう:散り紛う; Shouji: 正治 1199-1201