lunes, 13 de febrero de 2012

Ooka: ¿Qué es la poesía?


La primera parte del libro de Makoto Ooka ¿Qué es la poesía? (詩とはなにか, 1985) es una secuencia del mismo título formada por veinticuatro poemas, muy breves con excepción de los siete últimos. Hace quince años traduje siete de los primeros, que publicaron un par de revistas mexicanas. Anoche retoqué esa versión y añadí seis. Los trece representan, en términos de extensión, la tercera parte del total.



     1
Viene incesantemente
de frente y va a golpearme
pero yo siempre
puedo dejar que pase


     2
Juego de niños
no es
          y sin embargo
un poeta es un niño


     3
Es el proceso mismo
de fatal extinción de todos
los escenarios psicológicos


     4
No estudia el sentido del tiempo
     ni ve el color del cielo,
          siempre recién nacida
rana que salta
     en el espacio–tiempo
          del viejo estanque

     5
Una enérgica mordedura
no de mandíbula         ni dientes
sino de la amargura
de un un tornillo transparente


     6
Ojos en que lo mínimo
tiene grandes reflejos

y labios que murmuran
las grandes cosas


     7
Mientras el ebrio pueblo duerme

un catcher
el único despierto
se frota la piel
golpeada y ardida

de madrugada


     8
Pulo una brizna de hierba
pálida luz en mi palma
todavía en tinieblas

     
En un rumor de hojas
                                      conteniendo el aliento
con la goma tenaz
                 de la voluntad

vinieron
                 a borrarme
mis hermanos

Y eso fue todo
cómo decirlo
                        Qué radiante la vida


     10
Hay un gatito
encima de ese plato
Desnudos los seres vivos
son qué peludos


     11
Inolvidable
     no es ningún poema
          —¡pero qué ideas!

Viajé al confín
     del universo y no
          recuerdo uno solo

¡Menudo idiota!


     12
Para adiestrar una palabra
hay que exaltarla

pero aún exaltada hasta los cielos
una palabra canta pocas veces

ten la palabra bien pegada al pecho
y ve soltándola con calma

hasta que suelte dos suspiros
y unas largas vocales


     13
El beso demorado
del cuerpo del torrente
que da la amante           urna


sábado, 11 de febrero de 2012

Flor que espera la noche



Es improbable que alguien pase un tiempo en Japón, aunque solo sea virtualmente, sin toparse con las encantadoras estampas de Yumeji Takehisa (1884-1934), un artista autodidacto popularísimo en vida y de cuyas imágenes se encuentran reproducciones a cada paso. Hay en la esbelta levedad de sus mujeres —las de sus cuadros y grabados lo mismo que las de sus ilustraciones para libros y tarjetas postales— un aire de alegre modernidad inaugural, la primera voluntariosa modernidad consciente de una joven potencia milenaria, que hace en kimono vida de café y sueña en camas altas con Europa, como hay, en sus diseños abstractos o florales de telas y papeles una feliz conjunción de motivos tradicionales y ritmos europeos finiseculares y de vanguardia. En años recientes Yumeji ha despertado el interés de algunos estudiosos y coleccionistas occidentales y sin duda pronto, como suele ocurrir, empezará a ser revaluado en Japón. Estas notas de Sabine Schenk y Matthew Larking pueden dar una idea más amplia.

Pero antes que las artes plásticas, la vocación de Yumeji fue la poesía. Y al menos uno de sus poemas alcanzó, en la versión reducida musicalizada por Tadazuke Ono en 1917, la inmensa y perdurable popularidad de sus imágenes. En Youtube pueden encontrarse muchas interpretaciones y arreglos de ayer y hoy de Yoimachigusa, con y sin voz y para diversos ritmos o instrumentos, por nacionales y ultramarinos. Por ejemplo esta para violín con Ikuko Kawai:



El poema evoca un amor efímero del verano de 1913 que terminó súbitamente cuando la muchacha dejó al poeta (en el segundo de sus tres matrimonios y en no sé cuál de sus constantes amoríos) para casarse con otro. Son tres versos de dos hemistiquios de 7 y 5 moras (el metro de toda la poesía japonesa tradicional, en una secuencia más larga que un tanka o haiku) que no es difícil reproducir literalmente en sílabas españolas:

宵待草
待てど暮らせど 来ぬ人を
宵待草の やるせなさ
今宵は月も 出ぬさうな


Onagra vespertina

De esperar y esperar al que no viene
La onagra vespertina no halla consuelo
Y esta noche la luna tampoco sale

Sin embargo, se pierde toda la gracia que está en el título: “yoimachigusa” es “onagra” en español pero el sentido inmediato para un japonés es el de “hierba que espera la anoche”. Sí: la onagra (Oenathera biennis) es una flor que se abre al atardecer. Para lograr un juego parecido habría que elegir otra flor. Por ejemplo, la siempreviva:

Siempreviva

De esperar y esperar
      al que no viene,
se aja la siempreviva
      y desfallece.
Y esta noche sin luna
      aquí me tiene.

Las rimas, por supuesto, no están en el original. Tampoco la puntuación. Ni, ya lo dije, la siempreviva. Pero así son las versiones de poesía. Y de la vida misma: véase la película Yumeji (夢二, 1991) de Seijun Suzuki (鈴木清順, 1923—).