viernes, 29 de febrero de 2008

no devotion greater than being shore

Uno va a Uji, donde transcurre una parte esencial del Genji, visita el Byodoin, que es uno de los templos más hermosos de Japón y, para evitar que le dé el síndrome de Stendhal que casi mata a Guillermo Sheridan, se mete en busca de sosiego a alguno de los restaurantes que se suceden a la orilla del río y ve morir ahí la tarde. Pero si uno no se detuviera ahí le bastaría caminar unos minutos para llegar, por ejemplo, al santuario de Uji, que aparece en el Nihon shoki, uno de los primeros libros clásicos japoneses, en el pasaje donde se cuenta cómo el Emperador Ohjin se suicidó arrojándose al río después de pelear por el trono con su hermano, el Príncipe Osazaki, luego Emperador Nintoku. O podría ir más lejos y llegar hasta el santuario de Ujigami, consagrado a los dos hermanos y considerado “patrimonio de la humanidad” por la UNESCO, no tanto por su belleza como por ser el más antiguo del país. Yo fui hasta allá cuando vino Saralú, y tomé entre otras la foto que aquí aparece. Le puse un título que tomo para esta nota y que dejo por esta vez en inglés, porque es una cita: de este poema admirable de Robert Frost:

           D E V O T I O N

           The heart can think of no devotion
           Greater than being shore to the ocean—
           Holding the curve of one position,
           Counting an endless repetition.

No veo cómo decirlo tan bien en español, pero espero que a algún lector se le ocurra algo menos infiel que esto:


           D E V O C I Ó N

           Tiene la playa al mar tal devoción
           como no hay otra, piensa el corazón:
           fiel a la curva de una posición,
           y a la monótona repetición.

miércoles, 27 de febrero de 2008

En su casa de Tokio, pluma en mano


Donald Keene at his Tokyo home, originally uploaded by ionushi.

Como me lo pregunta un lector, desde California, vuelvo a contarlo: menos de cinco meses de 1952, entre el 5 de junio y el 29 de octubre, pasó el Segundo Secretario Octavio Paz Lozano en Japón, cuando vino para cumplir la misión de instalar, así fuera precariamente —en un par de habitaciones del Imperial Hotel— la Embajada de México en Tokio, antes de que llegara el titular de la misión, Manuel Maples Arce. Parecen poca cosa, si se piensa en la relación larga y fructífera que el poeta mantuvo con la literatura japonesa, pero dieron ocasión a que cincuenta años después la Embajada de México, que encabezaba Carlos de Icaza, organizara unas jornadas de reflexión, con las que se conmemoró el sesquicentenario de la Embajada. El lunes 21 de octubre de 2002, Donald Keene, Eikichi Hayashiya y Enrique Krauze evocaron al amigo, al traductor, al maestro en una larga, conmovedora, memorable sesión conducida por Yumio Awa en el International Hall de la Fundación Japón. Al día siguiente, en la Universidad de Sofía, hablaron de su trabajo cuatro de los veintitantos traductores de Octavio Paz al japonés (Norio Shimizu: El mono gramático; Fumihiko Takemura: Los hijos del limo; Fumiaki Noya: ¿Águila o sol?; Michiyo Hayashi: Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe). El 23 se presentó al público la traducción de ¿Águila o sol?, apenas salida de la imprenta. La mañana de ese mismo día estuve con Enrique Krauze en casa de Keene, que aquí aparece firmando un ejemplar de su biografía del Emperador Meiji. Hace poco me pidieron autorización para poner la foto en la entrada correspondiente de wikipedia.

martes, 26 de febrero de 2008

Un japonés, nomás por ocurrencia

No recordaba que en Los relámpagos de agosto, la novela de Jorge Ibargüengoitia, apareciera un japonés. Ocurre en el capítulo IV de la novela:

Tardé una buena media hora en salir del panteón. Mis amigos habían partido y me vi obligado a aceptar la gentil invitación del Embajador de Japón que me condujo en su Rolls Royce hasta el Hotel Cosmopolita. Después de despedirme del amable oriental entré en el hotel, y ordené al gerente que me preparara un baño caliente y enviara a mi cuarto una botella de cognac Martell y una opípara cena, pues había decidido protegerme de un resfriado, como preparación para la lucha política que se avecinaba.

Era improbable que lo recordara: se trata de una aparición circunstancial, y propiamente de una ocurrencia del autor. Lo dijo él mismo en 1966, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, durante una conferencia del ciclo “Los narradores ante el público”, explicando de dónde le venían las ideas para sus novelas:

el General Arroyo sale del Panteón de Dolores en el automóvil del Embajador japonés. ¿Por qué sale el General Arroyo en el automóvil del Embajador japonés? Porque cuando era chico un día vi pasar el automóvil del Embajador japonés y me impresionó muchísimo, porque era un Rolls Royce magnífico, con un japonés chiquitito adentro…

No tiene mayor caso aclarar que en los años de la revolución mexicana en que transcurre la novela, lo mismo que en los de la infancia de Ibargüengoitia, en México no había propiamente Embajador de Japón, sino Ministro Representante. Pero no está de más tomar nota de que Héctor Julián Coronado Cervantes ha tenido la buena idea de publicar en su blog la grabación de la conferencia.

domingo, 24 de febrero de 2008

Jardín de la señora Murasaki


Not that we really believe it, originally uploaded by ionushi.

El Rozanji, sede de la secta Enjo de la escuela Tendai, se erigió en 938 en terrenos de la casa del cortesano Fujiwara Tametoki, padre de Murasaki Shikibu, quien es fama que allí escribió el Genji monogatari. Como el día que lo visitamos se celebraba el setsubun, y una muchedumbre había llegado al templo para ver la danza de los demonios, el jardín estaba cerrado, pero un anciano con el que trabé conversación mientras mirábamos esta flor, y al que le pregunté si conocía el Genji niwa (Jardín del Genji), convenció a los monjes de que nos franquearan el paso. Una vez allí nos dijo que en el cuarto que se ve a la izquierda de la foto había estado la habitación de Murasaki. Era mentira, desde luego, porque el templo hubo de reconstruirse tras el gran incendio de 1788, pero no por eso la visita resultó menos conmovedora, y poder contemplar el jardín a solas fue un raro privilegio.

viernes, 22 de febrero de 2008

Donde les da a los gatos por meterse


KAFKA on the shore, originally uploaded by TommyOshima.

Nunca se imaginó usted que el destino le hubiera deparado la suerte de enterarse, precisamente ahora, de que como una de las maneras de decir veintidós de febrero en japonés es nyan, nyan, nyan, que suena como maullidos, se ha dado en llamar aquí al veintidós de febrero Día del Gato y por ello goo ha levantado una encuesta sobre los lugares en que les gusta meterse a nuestros felinos, de la que ha sacado que los kotatsu, los futones, los espacios bajo las camas y sofás, los clósets abiertos, las cajas vacías, las piernas cruzadas de la gente, los canastos, los sótanos y la parte trasera de las cortinas ocupan, en ese orden descendente, los diez primeros lugares de una lista que continúa pero no sigo copiando, porque creo que mejor haría usted en hacer como los gatos y meterse en el mundo del gran Tommy Oshima, que en esta foto rinde homenaje a los de Haruki Murakami, o mejor aun en el de Yo, el gato, la deliciosa y muy penetrante novela de Natsume Soseki, que le enseñará más sobre el carácter japonés que los libros de economía, política y sociología con que de vez en cuando se entretiene, so pretexto de afinar y profundizar la visión que obtiene de los editoriales periodísticos y blogs que frecuenta, como si la literatura no supiera mucho más.

jueves, 21 de febrero de 2008

Lo que el velo revela de este lado


Behind is the back of beyond, originally uploaded by ionushi.

En muchas páginas impresas o virtuales leerá el interesado que estas persianas, de remoto pero evidente origen chino como tantas cosas, se llaman en japonés sudare (簾, すだれ) y sirven sobre todo para proteger en verano las habitaciones y los corredores externos de la luz excesiva, la lluvia, los insectos y las miradas intrusas, pero sin impedir el paso de la brisa y el fresco. Suele añadirse —y entonces obligadamente se menciona el Genji— que permitían a las mujeres de la corte Heian tener conversación con hombres ajenos al círculo íntimo sin ser vistas y resguardando así la etiqueta y el decoro, del mismo modo que durante muchos siglos permitieron al Hijo del Cielo dar audiencia sin mostrar más que los pies. Pero, mientras se insiste en lo que oculta el velo, se olvida lo que revela: eso que vimos, por ejemplo, en la casa de Mirei Shigemori (1896–1975) y que, si no está ya en la foto (que se ve mejor aquí), tampoco estaba al otro lado, pues sólo desde el nuestro se veía.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Encuéntrele un sentido a todo esto

Numeralia japonesa: los enlaces conducen a las fuentes, como siempre.

martes, 19 de febrero de 2008

En los alrededores del Palacio

No es lo que anuncian de Kioto los folletos turísticos, ni lo que uno va a buscar ahí, pero basta desviarse un poco de las rutas habituales para encontrar lugares como este, tan lejos del esplendor de templos y palacios como de la espantosa arquitectura con que los constructores japoneses destruyeron buena parte de la ciudad, después de que los Estados Unidos decidieron no bombardearla. Si no fuera por la tipografía blanca sobre fondo rojo que anuncia el "Café de Arte", y se viera más claramente el cartelito pegado a la ventana de la puerta que anuncia el programa de jazz para las próximas semanas, podríamos tal vez olvidar por un segundo que tomamos la foto a unos pasos del antiguo Palacio Imperial de Kioto, en la misma manzana donde hace mil años exactamente, cuando aún no había manzanas ni jazz ni bares ni propiamente hablando Norteamérica, Murasaki Shikibu empezaba a escribir el Genji monogatari. Serán buenos la música y el whisky.

lunes, 18 de febrero de 2008

El instructivo viene en japonés

The Internet Umbrella: Pileus (Full). Video enviado por ma22n

Sho Hashimoto y Takahashi Matsumoto, benefactores de la humanidad del Departamento de Diseño de la Universidad de Keio, han diseñado un paraguas internet: Pileus, que, además de conectarse a la red, tiene una cámara incorporada, un sensor de movimiento y una pantalla tan grande como la superficie interior de su copa. El adminículo tiene además conexión inmediata a Flickr y a Google Earth, es decir que cuenta con un mapa de navegación en tres dimensiones, de modo que el peatón puede llegar a puerto no sólo sin mojarse sino sin desatender los asuntos de importancia. No es difícil prever que, una vez entren en el mercado, los paraguas vengan con una grabación que se active al abrirlos: —Irashaimasé!

domingo, 17 de febrero de 2008

Nunca daba la espalda al occidente


Rain loves making quotes as well, originally uploaded by ionushi.

Antes de que la tierra fuera redonda, el Oriente era un punto cardinal. Luego fue convirtiéndose en lo que es ahora: un lugar al occidente de Occidente. Aunque no siempre lo tengan claro, los japoneses, cuando hablan de Occidente, se refieren a un mundo que les queda hacia el oriente. Occidente era antes no un lugar sino una dirección y un punto de orientación: hacia allá queda, según el budismo Mahayana, la Tierra Pura, el Paraíso del Buda Amida.
    
      Traslado las siguientes líneas, otra vez, del libro de D. E. Mills, A Collection of Tales from Uji. Una nota al pie confirma que la historia aparece casi verbatim en el Zoku honchô ôjôden de Oe Masafusa (1041-1111), como dice la última línea.

Hubo hace mucho un religioso llamado el Santo Maestro Hankyû. Vivía en el templo Ryôgon del Monte Hiei. No deseaba otra cosa que renacer en el Paraíso y por eso, lo mismo andando que parado, sentado o acostado, evitaba dar la espalda al occidente. No escupía en esa dirección, ni miraba hacia allá cuando hacía sus necesidades. No dejaba que los rayos del sol tocaran nunca su espalda. Cuando subía la montaña desde el occidente, caminaba de lado. “Un árbol cae siempre en la dirección hacia la que se inclina”, repetía a quien quisiera oírlo. “Si dirijo mi espíritu al occidente, no dejaré de alcanzar lo que anhela mi corazón. No me cabe duda de que debo encontrarme con la muerte con firmeza y fe en mi salvación.”
           Se dice que su historia aparece en las Biografías de los que han renacido en el Paraíso.

viernes, 15 de febrero de 2008

Cantan los grillos: pronto serán tierra


It will soon be the Earth, originally uploaded by ionushi.

CONVERSACIÓN DE UNA NOCHE DE OTOÑO

—Hace frío, ¿eh?
—Sí, qué frío hace.
—Oye: los grillos cantan.
—¡Ah, sí, cantan los grillos!
—Pronto serán ya tierra, ¿no?
—Mala cosa, volverse tierra.
—Has adelgazado.
—Tú también has adelgazado mucho.
—¿Dónde se siente tanta pena?
—¿No será en el estómago?
—Si nos quitaran el estómago, moriríamos.
—No queremos morir, ¿no?
—Hace frío, ¿eh?
—¡Ah, sí, cantan los grillos!

*
El otoño pasado vi caer al grillo en una veranda del Zuishin-in, un templo en lo que es hoy el sur de Kioto reputado como residencia de la legendaria Ono no Komachi. No recordé la foto hasta esta tarde, cuando Koji me hizo leer el poema. Todo ocurre a su debido tiempo. Como su admirado Kenji Miyazawa, el poeta Shinpei Kusano (1803 – 1988) perdura tanto en la estimación crítica como en el afecto popular: es un autor con una obra y, al mismo tiempo, una figura con una leyenda cuyo anecdotario nutre la tradición oral de su localidad, Iwaki —no un pequeño pueblo sino una ciudad que cubre un área dos veces mayor que la de Singapur. Leyendo el breve poema que aquí he traducido, se entiende que si la voz de Kusano toca tan hondamente el alma de los japoneses de hoy es porque en ella misma, con acento contemporáneo y ritmo coloquial, resuenan las cuerdas de la tradición íntima del país. ¿En cuántos poemas del Man’yoshû y del Kokinshû no se escucha la voz de los grillos en la noche de otoño, trasfondo y transfiguración del diálogo de dos soledades amantes? 

miércoles, 13 de febrero de 2008

El bato se da vuelo en sus ludeces

Que todo llega a su debido tiempo, es verdad como un templo: no iba a ser de otro modo, digo yo. Pero habría tenido más gracia encontrarme con Yusuke —creo que así se llama, lo anoté no sé dónde— un cinco de mayo, o dieciséis de septiembre en todo caso, y no el veintitrés de abril, parado muy orondo al lado de su impecable Chevrolet Impala 1963, que aquí pueden ver por fuera, y en el que le pedí que subiera para tomarle la foto con el fondo de esa bandera mexicana que le fascinó desde que estuvo en los Ángeles y que es prácticamente lo único que sabe o sabía de cierto sobre México, aparte de que estaba o está al otro lado de la frontera. Habría tenido más gracia entonces, y más sentido si hubiera ocurrido en otro sitio, tal vez en Yokohama, donde hay grupos de lowriders locales y donde en 2003 me tocó inaugurar (en representación del Embajador Carlos de Icaza, quien por cierto hace poco inició su blog) una exposición de arte chicano, con la colección de Kaoru Kato, o tal vez no, porque viéndolo bien no es poca cosa venir a encontrarme en Hirakata, a las puertas de la Universidad de Estudios Extranjeros de Kansai y cuando no habíamos cumplido un mes de llegados, con semejante ejemplo de cómo, aunque las rutas aéreas pasen por Tijuana o Vancouver, las cosas mexicanas llegan cada vez más a Japón a través de los Estados Unidos, del mismo modo en que llegó o no, ya nunca lo sabremos, el poeta José Juan Tablada hace cien años, y así la cerveza Corona se toma con una rodajita de limón metida en el cuello, al modo californiano, y los burritos se venden como itarian buritos en los conbini. Para no hablar de asuntos de más monta.

viernes, 8 de febrero de 2008

Pues cambian como nubes los poemas


Would like to meet you there, originally uploaded by ionushi.


F L O R E S   D E   C E R E Z O

                            para Adolfo Castañón

En la boca del valle, duraznos florecidos;
gorjean en las ramas pájaros amarillos.

Los capullos no hablan y sin embargo cantan;
los pájaros recitan poemas sin palabras.

En el valle tranquilo, inmensos cielo y tierra,
qué lentamente pasas, día de primavera.

Mientras mis ojos miran se disipan las nubes,
pero el agua incansable no se detiene y fluye.

Echan sombra las flores al ocaso encendido.
Me detengo, al partir, a la orilla del río.


A L   C O R R E R   D E   L A   P L U M A

                             i.m. Octavio Paz

I
Mi espíritu contempla el Dharma del No Nacer.
Mi boca dice estos poemas sin ton ni son.
Mi madre es vieja, yo casi siempre estoy enfermo.
Si no fuera feliz, ya habría enloquecido.

II
Más tonto que tratando de ser sabio no he sido;
más torpe logré ser cuando quise ser listo.
Lo que me gusta es lo que cantan los niños:
no siguen ningún ritmo pero tienen un ritmo.

III
La lluvia en primavera, belleza sin orillas;
las nubes del verano, formando extrañas cimas...
Bastaría que hicieras a un lado tus teorías:
entonces ya podríamos hablar de poesía.


La mayor parte de la obra de Gensei (1623-1688), monje de la escuela Nichiren, como la de muchos letrados de la era Tokugawa, está marcada por el neoconfucianismo, que en él se muestra no con el rostro severo a que estamos acostumbrados sino con la sonrisa feliz de la ironía simpática (en el sentido etimológico del término). En noviembre de 1997 publiqué en la revista Vuelta mi versión de tres de sus poemas chinos, hecha sobre la inglesa de Burton Watson (Grass Hill, Columbia University Press, 1983), para saludar un librito con nubes que Adolfo Castañón había publicado en Guatemala: Cielos de Antigua. Rescato ahora uno —el primero que aparece en esta página— en el que he modificado, mínimamente y con incertidumbre, un par de versos.
           Las tres estrofas restantes aparecieron en 1999 en otra revista mexicana: etcétera (así, con minúscula). Pertenecen a una serie de cinco chüeh-chü, forma regular de cuatro versos con una misma rima. El título original no habla desde luego de una pluma y una traducción más literal sería “Dejando suelto el pincel”. El segundo verso de la primera estrofa no dice “sin ton ni son” sino, según Watson, “sin rima”. Pero la expresión castellana equivale a “without rhyme or reason” y en un poema de este tipo la rima es ton y son —y eso es siempre la forma en poesía, finalmente.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Por supuesto es mejor en japonés


It is better in Japanese version, originally uploaded by ionushi.

En el verano de 2005, Ban'ya Natsuishi me invitó a participar en una lectura privada de haiku en honor del poeta portugués Casimiro de Brito, que pasaba unos días en Tokio, invitado a cierto Festival Internacional de Poesía organizado o acogido por el Instituto Italiano de Cultura, entonces recién inaugurado. Entre los míos, el poemita que figura en esta página, sobre el dibujo, rayado por la lluvia, de unas ramas nevadas en el bosque del Monte Koya, fue especialmente bien recibido por los colegas japoneses. A mí mismo me gusta más que el español original, del que hube de apartarme al traducir:

     Llueve en el bosque
     con que música antigua
     nieve de anoche.

En japonés se lee ame ga furu sakuya no yuki mori kodama, y hay un doble sentido que no está en el original: mori kodama puede leerse a la vez como "ecos del bosque" y como "dioses de los árboles del bosque". Lo cual perfectamente vale por "música antigua".

martes, 5 de febrero de 2008

No dejan ver la luna los cerezos

Hojeando la libreta encuentro unas líneas que son, es claro, versión de un poema japonés, pero no recuerdo cuál:

           Si la cortara,
           ¡qué dolor me daría!
           —¡Ay, qué dolor,
           que nos cubra la luna
           esa rama florida!

Busco aquí y allá, sin suerte, y cuando ya he decidido olvidar el asunto recuerdo lo que es el original y dónde lo encontré: un ejemplo de maekuzuke (前句づけ, pasatiempo literario de la época de Edo para aprendices de renga en que un poeta daba a otro los dos versos finales de un waka para que los completara con los tres que debían ir al principio) citado por Shôkichi Oda en unas páginas sobre “La risa y la sonrisa japonesa tradicional” (“Laughter and the Traditional Japanese Smile” en Understanding Humor in Japan, ed. de Jessica Milner Davis, Wayne University Press, Detroit, 2007). Entre los ejemplos que da Oda surge esta combinación:

           さやかなる 月を隠せる 花の枝
           sayaka naru   tsuki wo kakuseru   hana no eda
           切りたくもあり 切りたくもなし
           kiritaku mo ari   kiritaku mo nashi

Que vendría más o menos a dar:

           La rama en flor
           no deja que veamos
           la luna clara.
           —Y yo quiero cortarla,
           y no quiero cortarla.

Que es otra cosa.

lunes, 4 de febrero de 2008

Pero no me enteré por el periódico

El sábado en la noche Arturo Escandón, que se entera de todo, me contó que Gonzalo Robledo había publicado en International Press un artículo en el que menciona este blog, pero no he podido ver un ejemplar de ese periódico. Y ahora veo que Nora, la autora de Una japonesa en Japón, se ha tomado el trabajo de transcribirlo —en una página de la que he copiado la foto que aquí ven. Un saludo a los tres.

Aquí y ahora como en ese entonces


Here and now and back then, originally uploaded by ionushi.

En el antiguo calendario lunar que gobierna el ritmo ritual de la vida japonesa la primavera comienza esta semana, y el cambio de estación (setsubun, 節分) se celebra con un festival que marca también, más íntimamente que el reloj administrativo, el comienzo del año. La otra primavera, la del calendario gregoriano, se saluda con menos solemnidad pero igual entusiasmo a fines de marzo. Llueve entonces en Japón, y florecen los cerezos. Pero el que recibe al visitante a la entrada del Myorenji, que visitamos el 31 de enero, ya ahora ha empezado a abrirse. No es extraño: ese árbol da flores desde octubre. No es el único motivo por el que vale la pena visitar el Myorenji, un templo de la escuela Honmon-Hokke fundado en el siglo XIV por Nichizo (1269–1342), discípulo de Nichiren, pero que no llegó a su sitio actual sino en 1587. En el interior se mueve el Jardín de los Dieciséis Arhats (Juroku rakan no niwa, 十六羅漢の庭), diseñado por el mismo monje que trazó los jardines de la Villa Katsura, y las pinturas de Hasegawa Tôhaku (1539–1610), como las escenas de las cuatro estaciones que ilustran las puertas corredizas, debidas a Kono Bairei (1914—) son sencillamente prodigiosas.

viernes, 1 de febrero de 2008

El río sigue ahí pero eso es todo


We live just around the corner, originally uploaded by ionushi.

“A Cuernavaca voy, dulce retiro…”

Como no pudo viajar en octubre pasado a Monterrey para recibir el Premio Alfonso Reyes, George Steiner pronunció un discurso ante el Embajador de México en Londres, que Adolfo Castañón (traductor al español de Después de Babel, el libro de Steiner sobre la traducción) se tomó el trabajo de transcribir y Letras Libres tuvo la fortuna de publicar en un número reciente. Se trata, naturalmente, de páginas de ocasión dictadas por la cortesía, pero iluminadoras y penetrantes como todo lo de Steiner. Me sorprendieron gratamente estas líneas, que llaman la atención sobre una obra de Reyes por la que tengo particular afecto:

“Pero nada me ha conmovido tanto como su Homero en Cuernavaca (1948-1951):

           “La soberbia de Aquiles resplandece
           “y el viento gime con la voz de Helena.

“Soneto tras soneto, Reyes nos va trayendo la voz elocuente del anciano Néstor hablando en español y haciéndose casi profundamente mexicano, como cuando habla de la fatal inquietud de Casandra.
           “Homero en Cuernavaca es un asombroso acto de traslado imaginativo desde Troya hasta las playas del Pacífico…"

No menos asombroso traslado es el que desde hace más o menos un año se opera en mi memoria, cada vez que le da por evocar el incipit de la secuencia de Reyes con el equívoco

           “A Hirakata voy, dulce retiro…”

que, como sabe cualquiera que conozca este rincón, tiene lo suyo —el equívoco, digo— y no sólo porque ya no boguen por el río Yodo, camino de Osaka, barcazas como la que pintó Hiroshige.