La veneración universal por Matsuo Bashô (1644–1694), el gran maestro del haiku, descansa tanto o más que en sus poemas en la figura ejemplar de un poeta en el que vocación y destino coinciden con plenitud, en feliz acuerdo con el mundo y como ansia cumplida de realidad. Vida entregada a la poesía y poesía ganada para la vida. La imagen del asceta peregrino que sale a la intemperie para encontrar la íntima verdad está sin duda en el origen de la popularidad de Bashô entre nosotros, y no es difícil encontrar reflejos de esa imagen, más o menos deformada, en distintas corrientes de la poesía occidental de los últimos cien años.
Se ignora con demasiada frecuencia que en la tradición japonesa la idea de una via poetica del conocimiento, análoga a la religiosa y que implica una vocación absoluta y una fidelidad sin vacilaciones, tiene su origen en la poesía cortesana y es muy anterior a la aparición del haiku. La formularon prolijamente Fujiwara no Shunzei (1114–1204) y, sobre todo, su hijo, Fujiwara no Teika (1162–1241), sin duda el hombre de letras más influyente en la historia de Japón y uno de sus poetas mayores.
En este grabado de Yoshitoshi (1839 - 1892), que pertenece a la serie Cien vistas de la luna, Sumiyoshi, deidad de la poesía en el tumultuoso panteón shinto, se le aparece a Teika, rendido al sueño en el mismo Gran Santuario de Sumiyoshi donde se detuvo el Príncipe Genji camino del exilio en Suma, y le confirma que la vía poética y la senda de Buda no son dos sino una y la misma. Que una deidad del shinto revele la verdad del Buda es muy propio de un país donde los templos de la religión venida del continente se erigen siempre al amparo de las deidades locales. Que sea el espíritu del lugar lo que se manifiesta como voz de la poesía es una verdad universal.
¿Y la luna, que no aparece en escena? Está en la luz que la ilumina, desde luego. Pero está también en la figura de Sumiyoshi y en el sueño del poeta. La visión de la luna reflejada en el agua —aquí el agua del sueño— es en la tradición budista imagen de la revelación; si la vía poética y la senda de Buda son una y la misma, la visión de la luna es revelación de la realidad última y de la poesía. También es una verdad universal.
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Ente...
Hace 4 semanas.
3 comentarios:
De nuevo la luna, o su reino. Tengo una entrada sobre Bashô y los haikus, pero a falta de conocimientos y lecturas como las que tiene usted, no está tan bien lograda.
Ahora, hay algo que me da curiosidad con la luna y su luz. ¿Es realmente su luz? A todas estas la luna brilla por la luz del sol reinterpretada. Es interesante pensar entonces en lo símbolos. La luna como símbolo de lo femenino, lo poético y el misterio; el sol como símbolo de lo masculino, lo lógico y la razón. Pensar, por ejemplo, que la única manera de mirar la luz del sol sin cegarnos es a través de la luna... y ¡este es el camino del poeta y el buda!
Mucho que decir, mucho que decir.
Dejaré el resto para una entrada.
Saludos
Nota: la entrada sobre los haikus
es http://vozdelviento.blogspot.com/2008/07/lucirnagas.html
Ah, pero la luna es femenina allá; aquí no tiene género.
Cierto, cierto. Es algo que siempre me ha dado curiosidad. Allá ven a la luna sin género y al sol lo ven femenino ¿Cierto? o el sol sólo tiene de femenino la deidad que lo representa. Curioso, muy curioso para nosotros los de acá.
Saludos.
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