martes, 18 de septiembre de 2007

Amistad de pinos y ciruelos

El poeta Fujiwara no Okikaze, del que recogen diecisiete poemas el Kokinshû y veintiuno las otras antologías imperiales, es uno de los treinta y seis poetas inmortales. En el Hyakunin Isshu aparece con este poema:

誰をかも知る人にせむ高砂の松も昔の友ならなくに 藤原興風
tare o ka mo/ shiru hito ni semu/ takasago no/ matsu mo mukashi no/ tomo nara naku ni

     ¿Habrá quedado
     alguno de los míos?
     En Takasago
     los pinos son muy viejos
     pero no son amigos.

Los comentaristas se entretienen en discutir por qué los pinos (demasiado viejos o jóvenes o virtuosos para el hombre) no son amigos, y si takasago (elevación considerable —colina, duna— del terreno) es nombre genérico o particular. Es mejor, para efectos poéticos, lo segundo.
     No es difícil ver la relación entre el poema de Okikaze y el que le sigue en la antología de Teika, el famoso de Ki no Tsurayuki, compilador del Kokinshu:

人はいさ心も知らずふるさとは花ぞむかしの香に匂ひける 紀貫之
hito wa isa/ kokoro mo shirazu/ furusato wa/ hana zo mukashi no/ ka ni nioi keru

     Es insondable
     el corazón del hombre,
     pero en mi pueblo
     huelen igual que antes
     las flores del ciruelo.

1 comentario:

Gisele dijo...

Bienvenida sea la lluvia Aurelio. No dejes que pare.