domingo, 29 de julio de 2007

in my beginning is my end


in my beginning is my end, originally uploaded by ionushi.

El nombre del Yasaka jinja (八坂神社) proviene de la era Meiji pero el santuario, que antes se llamó Gion–sha y como Gion–san es conocido por los habitantes de la ciudad, data del siglo VII y es uno de los santuarios shinto más populares de Kioto. Mucha gente cumple ahí con los rituales de Año Nuevo, y hay que cruzar el atrio para ver en el Parque del Maruyama, durante unos pocos días de primavera, el cerezo más frondoso de la ciudad. El Yasaka jinja (八坂神社), del que hay 3000 santuarios subsidiarios en Japón, está consagrado a los dioses Susano-o-no-Mikoto, su esposa Kushinada-hime-no-Mikoto y su hijo Yahashira-no-Mikogami. Para pedir a esos dioses protección contra la epidemia que azotaba a la ciudad, en el año 869 se sacaron en andas los mikoshi (altares portátiles) del santuario. Fue el origen del Gion matsuri, el más importante de los festivales japoneses tradicionales. La foto al que estas líneas sirven de pie está tomada en la escalinata a la entrada del templo, durante el festival. El título es una cita de una cita y una broma privada.

jueves, 26 de julio de 2007

2828 poemas japoneses

Cada semana, desde hace más de cinco años, el profesor Thomas McAuley (School of East Asian Studies, University of Sheffield) agrega un puñado de piezas a la impresionante suma de traducciones de poesía clásica japonesa que, con selecciones del Man’yoshû, el Kokinshû, el Shinkokinshû y el resto de las 21 antologías imperiales, además de otras colecciones, hace tiempo superó el número anunciado en el título de su 2001 Waka for Japan 2001. McAuley publica cada una de sus traducciones con el texto japonés, una trascripción fonética obediente a criterios no ortodoxos y, últimamente, un archivo sonoro que transmite, además de los poemas mismos en japonés e inglés, los comentarios que el traductor escatima por escrito.

miércoles, 25 de julio de 2007

Una luciérnaga en su mano


The firefly in her hands, originally uploaded by ionushi.

El pequeño santuario de Kibune, en las montañas al norte de Kioto, está consagrado a Takaokami no kami, deidad de la lluvia. Kibune puede traducirse como “barca amarilla” o “barca sagrada”, y las dos lecturas tienen sentido. Un diminuto jardín de arena en el atrio representa la barca en que una diosa descendió del cielo, según unos, o una princesa remontó el río desde Kioto, según otros, para probar las aguas del manantial que allí brota. Mana agua sagrada (goshinsui 御神水) de virtudes curativas que se transmiten a las del río Kibune, en cuyo margen se suceden hoteles y restaurantes. En verano se puede cenar sobre el río, en tarimas (kawadoko 川床) que cruzan de una a otra ribera. Y durante algunos días se ven las luciérnagas, que vuelan a lo largo del río. Pero la primera que vimos este año, el 30 de junio, la recogió Monse del piso, al pie de la escalinata que sube hasta el santuario.

El santuario de Kibune es propicio a los enamorados. Es fama que la poeta Izumi Shikibu lo visitó para recobrar a un amante distraído y tuvo junto al río esta visión, en la que se recobró a sí misma:

物思へば 澤の螢も 我身より あくがれ出づる 魂かとぞみる
¿En qué pensaba
           cuando vi esas luciérnagas
                 en la ribera?
Como ellas,
                  mi alma,
fuera de mí,
                  vagaba.

Copio la definición que da Haruo Shirane (Classical Japanese Reader and Essential Dictionary, Columbia University Press, 2007.) del verbo “AKUGA-RU (憧る): 1. (of the soul) to depart from the body and wander. 2. to leave home and wander about. 3. to fall madly in love and become distracted. 4. to grow distant from some one has been close to.”

sábado, 21 de julio de 2007

El avión de Aguilar

El poeta Jorge Carrera Andrade, diplomático de carrera, fue Cónsul General del Ecuador en Yokohama a fines de los treinta. Cuenta en un interesantísimo capítulo sobre sus Tres años en el Japón de su autobiografía El volcán y el colibrí (Editorial José M. Cajica Jr. S.A., México, 1970):

«La vida social en Tokio era intensa en esos días. No sólo nos invitaban las autoridades imperiales y los Cónsules latinoamericanos sino también los Embajadores de Francia, Estados Unidos, Brasil, Colombia, Chile, México. Este último, el general Aguilar, era una personalidad rebosante de ingenio, buen humor y simpatía. Todos sus actos llevaban la marca de la franqueza y la lealtad a sus ideas. “Yo fui uno de los Dorados de Pancho Villa” solía decir para manifestar que no se arredraba ante nada. Cuando circuló en Tokio la noticia de que Madrid estaba en vísperas de caer en manos de los rebeldes y de que corría peligro la República, el general mexicano fue en busca de su avión particular, en el aeródromo de la capital japonesa, y alzó vuelo anunciando que iba en socorro de los republicanos españoles. Pero el avión no respondió al entusiasmo de su piloto y no pudo elevarse lo suficiente, cayendo a pocos pasos de la pista. El general Aguilar sacó de la aventura la nariz rota y algunas contusiones, salvando su vida por milagro.»

El Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México y las Biografías de políticos mexicanos 1935-1985 de Roderic Ai Camp dicen que Francisco Javier Aguilar González era hidalguense (Ixmiquilpan, 1895; México, D. F., 1972) y en cambio el Diccionario biográfico revolucionario de Francisco Naranjo y el Diccionario biográfico de Nuevo León de Israel Cavazos lo dan por regiomontano y nacido en 1893. Ninguna de esas fuentes recuerda que haya formado filas entre los dorados de Villa, pero sí que era primo hermano de Francisco I. Madero. Llaman la atención el avión particular (¿desde cuándo lo tendría?; ¿dónde lo compró?; ¿lo llevó desde México?) y la independencia del tan arrojado cuanto precipitado propietario y piloto, que cumplió sin embargo muchos encargos diplomáticos luego del de China y Japón (donde no fue Embajador, sino Ministro), pues Francia, Portugal, Suecia, China, Brasil y Argentina lo recibieron como Embajador.

viernes, 20 de julio de 2007

Imbécil

Imbecillis o imbecillus es una palabra compuesta de in con el significado de "en" (como en información, inyección) y el sustantivo báculus, que posiblemente tiene esta terminación de diminutivo sin serlo, por su analogía y quizás por su procedencia del griego rabdoV (rábdos), que igual que báculus, significa junquillo, bastón... Su diminutivo bacillus, bastoncillo, nos sugiere una idea de debilidad acentuada, pues da a entender que el imbecillis no tendría fuerza suficiente para manejar un bastón normal y ha de sostenerse en un "bastoncito". (Mariano Arnal)

En la casa de Nada, las cigarras

El martes empezaron a zumbar las cigarras. Como en la primavera las flores en los cerezos, brotan en todos los árboles a un tiempo. Una que se adelanta es buena noticia: voz de inminencia, señal de que esperemos. Una espiga es todo el trigo (Octavio Paz: "Refranes") pero una flor no es todos los cerezos. Así las cigarras: de pronto una mañana se desata el escándalo en el pueblo.
     Hace poco más de dos años, a fines de junio, de paso en Kobe, decidimos de pronto, porque nos quedaba cerca, visitar la casa de Tanizaki. Una casa rentada de dos plantas en el distrito de Nada, donde vivió apenas dos años, pero que sirvió de modelo a uno de los escenarios centrales de Chijin no Ai y se conoce por eso como "la casa de Naomi". También ocurre ahí Sasame Yuki (que quiere decir "nieve ligera" pero se conoce como Las hermanas Makioka). Tenía, para ser japonesa, muy buen tamaño y la distribución parecía ideal para un escritor. No había nadie, además de la anciana que nos vendió las entradas y luego desapareció sigilosamente, así que nos atrevimos a sentarnos un segundo en el sofá de la biblioteca y luego me arrodillé un momento ante el mínimo escritorio del estudio. Afuera, en el jardín, sonaban las cigarras. No las habíamos escuchado hasta entonces en Kobe, y no volvimos a escucharlas fuera de ahí sino muchos días después, en Tokio.
     Luego, el abril siguiente, desmontaron la casa para trasladarla a un parque cercano, en Higashi Nada, donde también planeaban reconstruir la que el propio Tanizaki se había diseñado y que se vino abajo con el terremoto de 1995. No sé si lo han hecho.

jueves, 19 de julio de 2007

Las filmes mexicanas admiradas en Japón

Así, en femenino, encabezaba El Universal del 10 de febrero de 1926 la noticia de que un grupo de empresarios japoneses, movidos por el buen éxito de algunas películas mexicanas en Tokio y Yokohama, habían creado la compañía distribuidora “Mexico Film Shokai”. De los dos títulos que la nota menciona, Tras las bambalinas del Bataclán y Amor imposible, el segundo no aparece en la filmografía del exhaustivo Aurelio de los Reyes, quien me pasó el dato y la hipótesis de que se trate de una película al que los distribuidores le cambiaron el título.

Shakespeare, Shínjuku, Shibuya, Sharp, show, she...

Deliberadamente escribo psalmos. Los individuos de la Real Academia Española quieren imponer a este continente sus incapacidades fonéticas; nos aconsejan el empleo de formas rústicas: neuma, sicología, síquico. Últimamente se les ha ocurrido escribir vikingo por viking. Sospecho que muy pronto oiremos hablar de la obra de Kiplingo.
     Aunque Roberto Alifano recoge el célebre pasaje en El humor de Borges, y a muchos nos ha sacado carcajadas, no es sólo una broma. Las incapacidades fonéticas de los españoles (cada nación tiene las suyas) les impiden pronunciar Atlántico y Shibuya, les alcanzan para decir Alántico y Sibuya (o escribir imbécilmente Chibuya) y les hacen propalar desde el DRAE la especie de que en Japón o algún lugar aun más inverosímil del universo existen el sinto, el sogún y el camicace.
       Hace veinticinco años tuve la dicha inapreciable de asistir al momento en que un lingüista latinoamericano, en el curso de una conferencia en El Colegio de México, declaraba impertérrito que "la palabra clutch no se puede pronunciar en español". Era admirable la velocidad con que pasaba de un idioma a otro y de regreso. Por fortuna no todos tenemos que dar esos saltos mortales con la lengua de fuera. No sé si en castellano, pero en español (así se llama la lengua que hablamos la mayoría de los hispanoamericanos) podemos pronunciar tranquilamente Sharp y show y Shakespeare, y por lo tanto shogún y shinto y Shibuya y Shínjuku, como los nativos, y escribir en consecuencia.

miércoles, 18 de julio de 2007

La luna irá cuando no esté

Otro poema de Saigyô. La innecesaria nota previa advierte que el poeta se refiere a “lo que le hace pensar la luna en su hospedaje”.

旅宿の月をおもふといふ事を
月はなほ夜な夜なごとにやどるべしわがむすびおく草の庵に

           Tengo muy lejos
           una choza de hierba
           donde la luna
           llega aún a alojarse
           una noche y la otra.

Resuelvo en “allá lejos” la palabra oku, que como saben los aficionados a la poesía japonesa quiere también decir “en lo hondo”, y más precisamente “en lo hondo de las montañas”.

martes, 17 de julio de 2007

Sólo esta falla tienen los cerezos


The entire world within this hut, originally uploaded by ionushi.

Vástago de una acaudalada familia de guerreros aristócratas, a los quince años Satô Norikiyo se incorporó a la guardia del Emperador Toba, en cuya corte destacó por sus habilidades en el juego de pelota, la música y desde luego la poesía, que le dio fama y posteridad con el nombre de Saigyô (1118-1190), bajo el cual tomó la senda de Buda para trazar el camino en que lo emularía cinco siglos después Matsuo Basho. Son particularmente apreciados sus poemas sobre los cerezos, en particular los que escribió en su retiro de las montañas de Yoshino. Uno de los más famosos, porque lo recoge la pieza de nô Saigyô y los cerezos (西行桜, Saigyô zakura) y tal vez porque expresa un sentimiento que el alma gregaria japonesa difícilmente confiesa, es también uno de los que prefiero:

    花見にとむれつゝ人の來るのみぞあたら櫻の咎には有りける
    hanami ni to muretsutsu hito no kuru nomi zo atara sakura no toga ni wa arikeru

    A ver las flores
    vienen una tras otra
    las muchedumbres:
    ¡ay, los cerezos tienen
    esta única falta!

Hay que decir que, aunque las muchedumbres siguen llegando al pueblo de Yoshino, son pocos los los que se acercan hasta la cabaña de Saigyô. La fotografía que ilustra esta página es del 8 de abril pasado, como el resto de la serie que el curioso puede ver con sólo pulsarla.

Kaminoke

Una de mis alumnas, que como muchas japonesas tiene el cabello negro pero se lo tiñe castaño, lo estrenó azabache la semana pasada porque, explicó, va a pasar el verano en Estados Unidos y allá asocian a las japonesas con el cabello negro.

lunes, 16 de julio de 2007

La caligrafía tiene que ser elegante

En abril empezaron a aparecer en los sanitarios públicos para hombres de Japón sobres con billetes de diez mil yenes y notas a pincel en papel washi, me gusta imaginar que en caligrafía elegante, con indicaciones o insinuaciones sobre el destino que el incógnito donante espera para el dinero: "para fines ascéticos", "a tu buena persona, que ha entrado aquí hoy"; algunas veces el mensaje está en el sobre y consta de un solo caracter que significa "en agradecimiento". En Japón quien encuentra dinero en lugares públicos lo entrega normalmente a la policía, que se lo devuelve si en el plazo de seis meses no lo reclama nadie, y hasta el jueves pasado, cuando Jordi Juste Jarrigós dio cuenta de la historia en su blog, de donde la resumo, se habían entregado más de cuatro millones de yenes.

jueves, 12 de julio de 2007

El pasillo de todos los días


The Namboku series is now running, originally uploaded by ionushi.

Según el registro de la cámara, la imagen (que aquí no aparece completa, así que es mejor verla en el original, pulsándola) ocurrió el lunes 25 de febrero a las 07:03:22 PM. Eso quiere decir que ya había recorrido ese pasillo, como casi todas las noches al volver de la Embajada a casa, y me había dado vuelta para tomar la foto, con la buena suerte de que el abrigo de la mujer ondeara para trazar esa curva precisa que marca la cadencia del conjunto, el ritmo que parecen seguir sus pies. La silueta imprevista es la figura central en la composición, pero lo que yo quería capturar era la perspectiva del pasillo, que había estado recorriendo durante cinco años y que en poco más de un mes iba a dejar de ver, al cambiar la diplomacia por la vida universitaria y Kanto por Kansai. El domingo siguiente fui de un extremo a otro de la línea Namboku (es decir sur-norte) y me detuve en cada una de las diecisiete estaciones para tomar un par de fotos. Tardé poco más de cuatro horas, porque varias veces tomé el tren en sentido contrario, pero me gustó el resultado: una serie de abstracciones muy distintas de esta imagen, que conduce a las demás con poner el cursor encima y oprimir la tecla. Guillermo Sheridan la ha traído a cuento al comentar (como antes Milton Aguilar y Miguel Ángel Gara) Luna en la Hierba.

miércoles, 11 de julio de 2007

Luna en la hierba


Luna en la hierba, originally uploaded by ionushi.

No sé quiénes son los autores de este cartel de los almacenes Seibu, que reproduzco aquí para decir que viéndolo se me ocurrió el título del libro que las Ediciones Hiperión ya han impreso, aunque no pondrán a la venta hasta septiembre, Luna en la hierba. La ocurrencia era tal vez un recuerdo inconsciente, porque esas palabras las usa Neruda en uno de los Cien sonetos de amor, a los que no soy particularmente afecto y que hace muchos años no releo, pero también era una cita impertinente, porque la imagen del título quiere referir a otro poema: el de Fujiwara no Teika que está en la página 87 del libro y cuyo comentario fue el primero que escribí:

           A la deriva
           de la voz de los grillos,
           vi en el rocío
           de una brizna de hierba
           alojada la luna.

Neruda, que no pudo conocer ese poema, habla de una "gota de luna en la hierba", lo que parece más cerca de Teika pero tiene menos gracia y se refiere, en realidad, a otra cosa.

martes, 10 de julio de 2007

El conejo vicario




Jorge Luis Borges estuvo por primera vez en Japón en noviembre de1979. En una entrevista con el profesor Akira Sugiyama declaró:

"Uno de mis recuerdos más antiguos es la lectura del libro de Mitford titulado Tales of Old Japan. El argumento lo he olvidado totalmente, pero recuerdo los dibujos, pues eran unos monstruos terroríficos muy grotescos. Uno de los dibujos era un conejo que le pegaba a un monstruo con un remo."

Como la transcripción de la entrevista en español se ha perdido, el original del que se tradujo para Borges en Japón. Japón en Borges, de Guillermo Gasió (Eudeba, Buenos Aires, 1988), es una versión japonesa de lo publicado en la revista ユリカ. Así se explica tal vez la referencia en singular al argumento de un volumen que es una recopilación. Pero la declaración es curiosa además porque del libro de Mitford resumió Borges el argumento de “The Forty-Seven Rônin”, que en la Historia universal de la infamia se resolvió memorablemente en “El incivil maestro de ceremonias Kotsuké no Suké” y no es de creerse que Borges el memorioso lo haya olvidado. No menos curioso es que, entre tantas imágenes de hombres atravesados por lanzas, cadáveres sanguinolentos, criaturas deformes, haya recordado una en la que el monstruo es apenas un zorro. Me pregunto si Borges no trasladó el horror que le provocó la historia leída y olvidada (y ciertamente atroz) al dibujo que la ilustraba, claro en la memoria.
           El libro de Mitford (Algernon Bertram Freeman–Mitford, que para abreviar firmaba sus libros como Lord Redesdale, G.C.V.O., K.C.B., Formerly Second Secretary To The British Legation in Japan) es accesible en Project Gutenberg, en edición facsimilar con las ilustraciones de —dice Mitford— "one Odaké, an artist in my employ".

lunes, 9 de julio de 2007

El sauce y el mono

No sabemos si José Juan Tablada estuvo de veras en Japón durante unos meses de 1900, o si en realidad escribió en San Francisco, California, las crónicas de viaje que forman En el país del sol. Sabemos que, contra lo que se ha dicho mucho tiempo, no fue el primer poeta hispanoamericano que escribió haiku en su propia lengua. Pero tal vez haya sido el primero en advertir plenamente que en esos pequeños poemas japoneses había no una nueva forma —los versos del haiku español están ya en la seguidilla— sino una lección formal, de la que cabía desprender una enseñanza moral. No era un nuevo aire de copla lo que había que aprender de Basho y sus compañeros, sino una manera distinta de ver y de sentir. Los haiku de Tablada, que no se ajustan a la métrica de cinco y siete, son una “lección de cosas” — y lo que enseñan es levedad y transparencia:

EL SAÚZ
Tierno saúz
casi oro, casi ambar,
casi luz…

Una estampa impresionista dicha como entre labios, en una secuencia de versos en que la imagen se va difuminando. Tierno es lo que aún no madura, lo que aún no es del todo, lo que casi es. Y lo que casi es el saúz es algo cada vez más leve: oro, ambar, luz. Un árbol, se diría, a punto de transfigurarse en espíritu… como el mono de otro poema famoso:

UN MONO
El pequeño mono me mira…
¡Quisiera decirme
algo que se le olvida!

Se ve la sombra de aquel árbol en este pequeño (tierno) mono que casi recuerda algo, que casi piensa, que casi es humano y cuyo pasmo está a punto, también, de transfigurarse en espíritu. Si el saúz parece reclamar el pincel de Claude Monet, el mono podría rascarse la cabeza en un manga de Hokusai.