Sin tiempo para escribir aquí estos días, me limito a traer tres imágenes recientes, de cuyas circunstancias espero poder más detallada cuenta en las próximas semanas. No me disgustan.
2) El 11 de noviembre, como había leído unas páginas de Italo Calvino sobre su jardín de arena, fui a visitar el Jisho-ji, donde no había estado hace cinco años. El Pabellón de Plata estaba en reparación y cubierto de andamios y vastas telas, pero había estas hojas.
3) El 25 de noviembre llegué hasta el Sekizan–zen in, un templo en las faldas del monte y a la entrada del bosque en el norte de Kioto que muestra con elocuencia la confusión en que vivieron durante siglos los dos cultos del país. Quizá son símbolos el arce y el cerezo que allí, entrelazados, dan a un tiempo hojas rojas y pétalos rosados, aquí sobre dos hojas de papel.
6 comentarios:
Curiosa a referência à leitura de algumas páginas de Italo Calvino. A matéria surrealista dos espaços ideais que nos apetece visitar, permanecer e descobrir através de romances que por ali se tenham manifestado. Assim são estas fotos, no limbo entre a nostalgia do acaso e uma paleta perfeitamente orquestrada de tons e texturas de Outono.
Magníficas por traduzirem com leveza, a intensidade de cada um destes momentos.
Las hojas rojas son de arce, pero las amarillas son del maloliente ginko, no de cerezo ¿o me equivoco?
Estimado Amigo
"A mi tampoco"
Juan Carlos
El Gincko japonés no huele mal. Nomás el europeo. Sobre las hojas amarillas y las rojas, si te acercas, verás pétalos de cerezo.
En realidad es tan maravilloso el otoño? con ese festin de notas, (ignoro las especies de hojas pero no las necesito para maravillarme, sobre todo en esta maloliente ciudad fronteriza en que vivo) o es el lente vivo del fotografo que nos regala esa esplendida mirada del otoño?
saludos sonorenses
¡Ay! Ya acabó el otoño...
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