martes, 19 de junio de 2007

Del Hyakunin Isshu: Fujiwara no Kinto (966-1041)




















Los lectores del Genji y el Libro de la almohada saben que componer un poema, en esa sociedad cortesana, suponía más capacidades que las verbales. La elegancia de la caligrafía y la correspondencia del papel elegido con los tonos de la estación eran inmediatas en la apreciación del destinatario y definitivas en su juicio. La literatura y las estampas prodigan escenas en que los personajes, a solas y en silencio, escriben o leen cartas en prosa y verso, y en los museos japoneses es habitual ver largas filas de lectores que siguen calladamente, con asombro paciente, los caracteres de un sutra o las imágenes de un rollo historiado. En una sociedad tan delicadamente silenciosa, solemos olvidar que se escribe siempre para la voz.
Murasaki Shikibu describe en su Diario el banquete que Fujiwara no Michinaga, secretario imperial y verdadero poder tras el trono, ofreció para celebrar el nacimiento del príncipe que su hija, la consorte y futura Emperatriz Shoshi, le daba al Emperador Ichijo. Murasaki, como las otras damas de la corte que atendían a los comensales, había compuesto un poema para la ocasión. Pero vaciló, como las demás, cuando vio aparecer entre los invitados al Gran Consejero Fujiwara no Kinto, célebre compilador del Wakan Rôei Shû y arbiter elegantiarum de la sociedad literaria Heian: “No me preocupa tanto que el poema sea bueno o malo, pero no creo que pueda recitarlo en su presencia sin que la voz me tiemble.”
El pasaje nos recuerda que un poema es ante todo un hecho verbal y que la escritura es siempre —malgré Derrida— la huella y el camino de una voz. La voz de un autor, después transfigurada en la voz de la tradición. Cabe suponer que Fujiwara no Teika pensaba en algo parecido cuando eligió, para representar a Kinto en el Hyakunin Isshu, un poema que se refiere a la supervivencia de la voz de una cascada extinta cuyo nombre todavía se escucha. Que los dos poemas contiguos en la antología, en contrapunto con éste, estén escritos al borde de la muerte y frente al más allá, y que en las copias de la tercera antología imperial se lea hilo (ito) en lugar de sonido (oto) apoyan esta idea. ¿Qué es la tradición sino una cuerda?

滝の音は 絶えて久しく なりぬれど
名こそ流れて なほ聞えけれ
taki no oto wa taete hisashiku narinuredo
na koso nagarete nao kikoekere


Cesó hace mucho
el son de la cascada,
resuelto en nada
—pero su nombre fluye
y no deja de oírse.

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