El Emperador Yûryaku, para librarse del cortesano impertinente que estorba su amor en una noche de tormenta, lo manda a capturar el trueno. Sugaru emprende sin chistar la tarea, logra a fuerza de gritos que el trueno baje a tierra y, con ayuda de un sacerdote, lo lleva en palanquín ante el Emperador. El resplandor del trueno al salir del palanquín llena de espanto al soberano, quien lo devuelve al lugar donde fue prendido y que desde entonces se llama Ikazuchi no Oka, Colina del Trueno.
Al cabo de los años Sugaru muere y la voluntad imperial graba en su tumba: “Aquí yace Sugaru, que atrapó el trueno”. Desde el cielo el trueno lee esas palabras, monta en cólera y se lanza con toda su fuerza contra la tumba pero, al intentar destruirla, queda atrapado en una grieta. La voluntad imperial puede liberarlo de la roca, pero no de los siete días en que anduvo el trueno como alma en pena por la tierra.
Unas palabras se añadieron a las ya escritas, en la tumba reconstruida: “Aquí yace Sugaru, que atrapó el trueno en vida y después de muerto.”
(La “Historia de Sugaru, servidor del Emperador”, es la primera de las Historias milagrosas de retribución kármica del bien y del mal en Japón, Nihonkoku genpo zen'aku ryoiki, compiladas por el monje Kyokai a principios del siglo IX y mejor conocidas como Nihon Ryôi-ki.)
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Ente...
Hace 2 semanas.
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