En una piedra
quebrada por el agua
en tres pedazos,
hay tres palabras: tumba,
el nombre del poeta.
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Matsuo Bashô murió en Osaka pero dejó dispuesto que sus restos descansaran al lado de la tumba del guerrero Minamoto Yoshinaka (1154–1184) en el Gichu-ji (義仲寺), que le está dedicado (Gichu es otra lectura de los caracteres con que se escribe Yoshinaka). Allí se realizaron sus funerales, a los que acudieron discípulos y admiradores durante siete días. Uno de ellos, el fiel Kikaku, escribió un testimonio conmovedor de los últimos días del maestro; hace poco lo tradujo el poeta Nobuyuki Yuasa, y puede leerse en la revista Simply Haiku.
El templo es pequeñísimo pero en el jardín, entre las tumbas de Yoshinaka y su amada Tomoe, rodeadas de árboles y flores, se multiplican los rincones. Por todos lados hay piedras grabadas con poemas. Un breve estanque con tortugas; a un lado, una choza que es una capilla; enfrente, fresca de sombra, la tumba del poeta, bajo una lápida con tres palabras que las inundaciones rompieron en tres pedazos, como las tres partes de un haiku; al fondo, el mínimo santuario shintoísta.
Estuve ahí largo rato. Al salir, vi que había un cuarto con vitrinas. Tenían, naturalmente, un rollo caligrafiado de Oku no hosomichi (Sendas de Oku para los mexicanos y la literatura) y, sorprendentemente, el bastón del poeta: una vara de camelia, la misma madera de la que estaban hechos sus pinceles.
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Rota en tres, lápida
con las palabras plátano,
plátano, tumba.
(La foto se ve mejor aquí.)
2 comentarios:
me gustaría visitar ese lugar...
Ha sido un honor conocerte :)
Espero poder hablar un poquito más algún día.
Muchísimas gracias.
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