En un libro fascinante,
The Island of the Fisherwomen, el antropólogo y fotógrafo
Fosco Maraini describió a los japoneses —lo citamos
el otro día— como gente del mar que ve en las montañas olas solidificadas. Verdes elevaciones que se suceden una a otra sin cesar en la isla, así la noche al día, en perpetua metamorfosis, como las veo ahora mismo por la ventana, ya azules a esta hora de la tarde.
Tal vez porque he tenido esa visión en mente estos días, y sin duda por el hábito de los antiguos poemas japoneses en que con tanta frecuencia una imagen se desdobla en otra, no como el otro lado de una metáfora sino como la otra ala en el vuelo, vi como vi el
ex libris que
Reika Iwami grabó para Hiro Yamaguchi. Vi el mar y las olas alzándose a la luna. Vi el oleaje y la espuma resolverse en cimas nevadas. Vi en el perfil de los montes mujeres con rebozo. Y todo era una cosa y otra al mismo tiempo. Pensé, por supuesto: las formas cambiantes del mundo sublunar. Sólo eran inmutables la luna y, más acá, las mariposas. La luna y las mariposas: así supe después que se llamaba el
ex libris, una xilografía a tres tintas que guarda entre sus muchas maravillas
Selva Hernández.
7 comentarios:
Hola querido Aurelio,
a ver si vas y nos cuentas:
http://www.dailymail.co.uk/news/worldnews/article-1071289/Pictured-The-amazing-monkey-waiters-serve-tables-Japanese-restaurant.html
No pongas el comment, que no viene al caso; era más rápido que enviarte un mail.
Abrazo,
E.
... y yo vi las olas queriendo tocar, con sus cimas nevadas, la luna, tu luna, la que llevas mirando semanas, regalando como trozos de espejo; y vi también mis mariposas, desnudas, sin metáforas, en vuelo trasatlántico.
Curiosas, las visiones...
Preciosa xilografía.
Aurelio, es hermoso leer no sólo tu texto, sino también los comentarios de tus lectores sobre este pequeño pedazo de papel. De no ser por ti, esta estampa habría quedado guardada en la obscuridad de mis carpetas, hasta que cambiara de propietario, –como sucede con las cosas coleccionables.
Ahora, aunque esté entre mis cosas, ya no es mía: te pertenece a ti, que la miraste con esos ojos maravillosos que tienes; también es de todos tus lectores, tan sensibles a tus palabras y a tus miradas.
Muchas gracias.
Ciertamente, creo que en esta nota se conjuntan dos miradas adiestradas, sabias y con buen gusto. La de Selva y la de Aurelio. Al unirse, ambas aportan visiones particulares y exquisitas. Agradezco a Selva porque he sido afortunada desde hace años en este delicado arte de compartir ex libris, y tengo la dicha de que además ella haya elaborado uno preciosísimo para mí; y agradezco a Aurelio porque con sus palabras justas y hermosas la motivó a crear un blog personalísimo, con el que muchos tendrán la oportunidad de adentrarse en un arte único, poco valorado, y enriquecido con el conocimiento, y sobre todo con el amor que ella les profesa. Buen día a los dos, en sus diferentes geografías.
Veo las olas más inquietas que nunca y que atraídas naturalmente por la luna, hoy la alcanzan, la tocan, y ella al sentir sus suaves caricias se humedece y siente el revoloteo de maripositas en su vientre...
Ya he leído algunos de sus textos sobre la luna.
Aquí donde yo vivo no hay olas grandes, a pesar de que vivimos al lado de un lago muy grande y salado. Sin embargo, esta imagen que nos muestras ya la he soñado antes.
Sí, ese mundo sublunar de luces móviles, está como hecho de plastilina, y nuestros ojos las necias manos.
Le regalo la tonada Blue Moon.
Feliz tarde cuando allá sea tarde.
Aqui cerca de Ginebra, entre el Jura y los Alpes, cuando salgo a navegar, desde que leí este maravilloso texto me he sentido sirena futurista rodeada de otoño. no me quiero olvidar de esta nueva dimensión...
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