De este cuento fantástico de Ryûnosuke Akutagawa, que como muchos de los suyos se teje con hilos muy antiguos, en este caso chinos, hay una traducción espléndida: la que incluyeron Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares en su
Antología de la literatura fantástica, y que seguramente realizaron ellos mismos, o la madre de uno o la mujer del otro, sobre una versión inglesa o francesa o alemana que no hemos podido identificar. La que sale ahora a la circulación con el sello de
Nostra Ediciones en México, hermosamente ilustrada y diseñada, y debida a
Koji Ando y al redactor de estas notas, no es por supuesto mejor: es en cambio directa y completa, pues los traductores anteriores suprimieron, en la primera o segunda versión, dos o tres frases que ahora, no siempre con plena convicción, hemos restituido. Pero no alterarán, sin duda, el asombro del muchacho que venturosamente descubra a través de esta fábula a Akutagawa o la literatura japonesa o, sencillamente, la literatura.
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