viernes, 8 de febrero de 2008

Pues cambian como nubes los poemas


Would like to meet you there, originally uploaded by ionushi.


F L O R E S   D E   C E R E Z O

                            para Adolfo Castañón

En la boca del valle, duraznos florecidos;
gorjean en las ramas pájaros amarillos.

Los capullos no hablan y sin embargo cantan;
los pájaros recitan poemas sin palabras.

En el valle tranquilo, inmensos cielo y tierra,
qué lentamente pasas, día de primavera.

Mientras mis ojos miran se disipan las nubes,
pero el agua incansable no se detiene y fluye.

Echan sombra las flores al ocaso encendido.
Me detengo, al partir, a la orilla del río.


A L   C O R R E R   D E   L A   P L U M A

                             i.m. Octavio Paz

I
Mi espíritu contempla el Dharma del No Nacer.
Mi boca dice estos poemas sin ton ni son.
Mi madre es vieja, yo casi siempre estoy enfermo.
Si no fuera feliz, ya habría enloquecido.

II
Más tonto que tratando de ser sabio no he sido;
más torpe logré ser cuando quise ser listo.
Lo que me gusta es lo que cantan los niños:
no siguen ningún ritmo pero tienen un ritmo.

III
La lluvia en primavera, belleza sin orillas;
las nubes del verano, formando extrañas cimas...
Bastaría que hicieras a un lado tus teorías:
entonces ya podríamos hablar de poesía.


La mayor parte de la obra de Gensei (1623-1688), monje de la escuela Nichiren, como la de muchos letrados de la era Tokugawa, está marcada por el neoconfucianismo, que en él se muestra no con el rostro severo a que estamos acostumbrados sino con la sonrisa feliz de la ironía simpática (en el sentido etimológico del término). En noviembre de 1997 publiqué en la revista Vuelta mi versión de tres de sus poemas chinos, hecha sobre la inglesa de Burton Watson (Grass Hill, Columbia University Press, 1983), para saludar un librito con nubes que Adolfo Castañón había publicado en Guatemala: Cielos de Antigua. Rescato ahora uno —el primero que aparece en esta página— en el que he modificado, mínimamente y con incertidumbre, un par de versos.
           Las tres estrofas restantes aparecieron en 1999 en otra revista mexicana: etcétera (así, con minúscula). Pertenecen a una serie de cinco chüeh-chü, forma regular de cuatro versos con una misma rima. El título original no habla desde luego de una pluma y una traducción más literal sería “Dejando suelto el pincel”. El segundo verso de la primera estrofa no dice “sin ton ni son” sino, según Watson, “sin rima”. Pero la expresión castellana equivale a “without rhyme or reason” y en un poema de este tipo la rima es ton y son —y eso es siempre la forma en poesía, finalmente.

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