Cada vez que les hago el cuento largo a los que me preguntan cómo me interesé en las cosas de Japón, hay un momento en que aparecen el sabio poblano Hugo Diego Blanco y su pasión por China y las misiones jesuíticas. No voy a demorarme ahora en ese cuento, que como digo es largo, sino sólo a contarles que después de años he vuelto a saber de Hugo y pedirles que escuchen la grabación que hizo hace poco en la cocina de su casa, en Tlaxcala, antes de leer mi nota del otro día sobre ciertos grillos japoneses:
The Rising Trend of Golf in Japan – Growing Presence in Worldwide
Tournaments
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Golf is a popular sport in most countries. In recent years, the world has
witnessed significant growth in the global golfing industry. Players of all
nat...
Hace 2 días.
1 comentario:
En mi casa también residió, hasta hace poco, un grillo. Vivía detrás del calentador de agua y como todos los grillos, comenzaba a cantar con el alba y, de ahí, llenaba buena parte de la noche. Me gustaba mucho oirle. Cuando encendía la luz para entrar en la cocina, el grillo, prudente, callaba. Yo le decía: "no te preocupes, grillo, soy tu amigo", y entonces decidi ponerlo un nombre: Gonzalo. Antes de entrar a la cocina y encender la luz, anunciaba en voz alta y clara mis intenciones, "buenas noches, Gonzalo sólo vengo por un vaso de agua", pero igual el grillo callaba. Hace tiempo que no oigo al grillo Gonzalo, ¿Adonde se ha ido?
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