viernes, 4 de enero de 2008

Una luz como un aire nevado


white and snowy scents, originally uploaded by hanna.bi.

Elsie Stevens le contó a Harold Bloom que todos los días, al volver a casa tras la larga jornada en Hartford Accident and Indemnity, la compañía de seguros de la que era vicepresidente, su padre se dirigía al estudio y, antes del par de martinis y las páginas de poesía francesa, se aplicaba en la composición de “a Japanese flower arrangement” (Bloom dixit). Este poema se refiere a uno de esos arreglos. Pero al releerlo, hace poco, lo que me vino a la mente de inmediato no fueron imágenes de ikebana (no soy devoto del ikebana) sino de los hermosos arreglos que prepara y luego fotografía espléndidamente mi amiga Anna, que es italiana y nunca ha estado en Japón (aunque su nombre en Flickr juega con el japonés: hanna.bi, que cabría traducir como “flor.de fuego”). Fue, sin duda, sobre todo esa frase que se encabalga del segundo al tercer verso: “The light in the room more like a snowy air”, lo que provocó la desviación, pues describe perfectamente los tonos emocionales de sus fotografías.
Es notable que, para titular la más reciente de sus fotos (la he puesto en esta página, aunque no regale claveles sino tulipanes), Anna haya citado parcialmente el verso final de la segunda estrofa: “white and snowy scents”. En la poesía clásica japonesa, del Man’yoshu (siglo VIII) al Shinkokinshû (s. XIII), la palabra nioi (aroma, fragancia) no se refiere habitualmente a percepciones olfativas sino visuales o aun sonoras. Por ejemplo, en Fujiwara no Teika:

白雲の春はかさねて立田山小倉の峰に花にほふらし
shirakumo no haru wa kasanete tatsutayama ogura no mine ni hana niourashi

La primavera
cubre el monte Tatsuta
de nubes blancas:
en la cumbre de Ogura
flor fragante se mira.

(Me ocupo de estos versos en Luna en la hierba.) Bloom, que se ha pasado la vida comentando el poema de Stevens, no repara en ello. Tampoco en que el verso “The imperfect is our paradise” corresponde a la noción de wabi, central en la cerámica japonesa, en el arreglo floral y en otras cosas que vendrían a cuento.
Supongo que habrá otras traducciones españolas del poema, pero como no las tengo a mano aventuro la mía. Al curioso que quiera leer el original inglés le bastará poner el título, “The Poems of Our Climate”, en Google.


LOS POEMAS DE NUESTRO CLIMA

I
Agua límpida en un tazón brillante,
claveles rosas, blancos. En el cuarto
una luz que es más bien aire nevado,
con reflejos de nieve. Nieve recién caída
al final del invierno, cuando vuelven las tardes.
Claveles rosas, blancos — desearíamos
más, mucho más que eso. Aun el día
se ha simplificado: un tazón blanco
de fría porcelana, frío, bajo, redondo,
con nada más que esos claveles.

II
Y aun si esta cabal simplicidad
nos liberó de todo tormento, ocultó
el yo malvadamente compuesto, el yo vital,
y lo hizo fresco en un mundo de blanco,
un mundo de agua clara con brillantes orillas,
más que eso quisiéramos, más necesitaríamos,
más que un mundo de blancas y nevadas fragancias.

III
Aún persistiría la mente sin sosiego,
de modo que quisiéramos escapar, y volver
a lo que ha estado compuesto hace ya tanto.
Lo imperfecto es nuestro paraíso.
Adviértase: el deleite, en la amargura,
cuando es tan intenso lo imperfecto en nosotros,
son palabras erradas y sonidos porfiados.